miércoles, 23 de enero de 2013

Rogelio Ramos Signes


-Tucumán, Argentina-

Tarde de presagios

Algo extraño está por suceder.
Siento olor a tierra mojada
cuando abro mi pasaporte,
veo el encanecido color del viento
entrando en la despensa cerrada,
escucho el crecimiento de las plantas,
el insoportable ulular de las estrellas.

Algo difícil de explicar está por suceder.
Juego con tus huesos y se me hiela la sangre,
por decir “araña” siempre digo “Penélope”,
contagio de tristeza la alegría de los bailongos,
cocino a temperaturas bajo cero
el encendido carmín de tus labios,
entiendo la letra de los médicos.

Algo que no aparece en los libros está por suceder.


Movimientos relativos

Bajo la tenue luz del atardecer
el señor cura ha perdido el pelo,
no sabemos qué sucederá con sus mañas.
Una jovencita sin corpiño
          que hizo de Guillermo Tell
          en una fiesta escolar
pregunta si está nevando, pero nadie le contesta.
Los prestamistas del barrio
           insaciables
mueven sus primeras piezas.
Los peones rodean al alfil
mientras el alfil abre y cierra su canasta.
Por el blanco de las manos
sabemos que el talco no se ha perdido
y que los juglares de los nuevos tiempos
finalmente actuarán para nosotros
           aquí,
tras el ligustro, bajo la escalera.
Tiemblan los cristales de la trinidad.
El agente de prensa de la parroquia
sale a desmentir algunos trascendidos:
no es que el señor cura haya perdido el pelo,
sucede que ha crecido su tonsura
hasta dejarlo calvo.


Hablar en femenino

Con la puesta del sol no es el día lo que concluye
es la jornada de trabajo.
Es la manija de tirar la que cierra la puerta,
sea o no sea el picaporte.
Lo masculino del discurso
se desvanece en lo femenino de la palabra.
El asiento es la silla;
el anochecer, la tardecita;
el muro, la pared.
Si sabemos que el llanto está formado por las lágrimas,
que el cariño apela a las caricias
¿a qué tanto discurso tontamente disfrazado?
si los genitales del hombre, a veces,
también tienen nombres femeninos.
No hace falta dar ejemplos
cuando el habla es la lengua.
Si el velador y la lámpara conviven en el mismo oficio,
si el tema y la canción gozan de la misma música,
si el rostro y la cara ocupan idéntico espacio
¿a qué tanta expropiación?
¡Compañía, ciudadanos, compañía!
El badajo sin la campana sería un machete represor,
un palo de mortero, un pisapapeles sin papel.
Y vayamos concluyendo.
Cuando decimos el mundo ¿estamos refiriéndonos a la Tierra?

Poemas inéditos

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La vida no deja de ser cómica porque un hombre muera, ni deja de ser trágica porque un hombre ría.
George Bernard Shaw


2 comentarios:

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