La Luna llena, llenísima, cargada de tanto polvo estelar que no da más, se posó, esponjosa y confianzuda, sobre la cumbrera del techo de la casa de al lado.
Se pone tan al borde… Estoy viendo que no sea cosa que se caiga. Qué desastre. Qué diría mañana la Nasa. Qué vergüenza. Se queda ahí un buen rato, quieta, resolviendo un equilibrio ingrávido. Fosforece. Encima eso, fosforece con todos sus cráteres y hendiduras. Para mí que se ya se dio cada golpazo… Y gira. Apenas. Se va estirando con morosidad gatuna como si tuviera todo el tiempo por delante. Rueda, gira. Y rueda un poco más, y un poco más, hasta que creo que va a caer en el patio, pero no; se queda en el aire; flota en el charco quieto del cielo. Se suspende dispuesta a pasearse toda la noche como un globo enganchado, entre las telarañas de vapor que las estrellas tejen a su alrededor. Y al final se oculta despacio en el horizonte que forma el techo del otro vecino y lo único que queda es el resplandor. Después, nada.
Katy Herendi
Pilar, Buenos Aires, Argentina
Muy bella prosa escrita de la "Luna llena" !!!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura.
EliminarCordiales saludos
Muchas gracias por tu lectura. Un abrazo
EliminarAnalía, muchas gracias por publicar mi texto ❣️
ResponderEliminarMuchas gracias a ti, Katy, es un gusto publicarte.
EliminarMi abrazo
"Cuando sale la luna se pierden las campanas y aparecen las sendas impenetrables Cuando sale la luna, el mar cubre la tierra y el corazón se siente isla en el infinito". (Federico García Lorca)
ResponderEliminarTu descripción es exacta y de una delicada observación, tal vez, un homenaje a esa luna que periódicamente nos visita y que muchas veces ignoramos
Felicitaciones Katy
Preciosa poesía Gracias
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestra lectura y por las dedicadas apreciaciones.
ResponderEliminarMi abrazo y mis mejores deseos