y hallarlo, pero sin vino.
Renael González
Tu ausencia es buscar el vaso
donde bebíamos juntos,
es repasar los asuntos
culpables de aquel fracaso.
Es la falta del abrazo
en lo duro del camino,
la marca gris del destino
en el azul de mi ropa;
buscar amor en tu copa
y hallarlo, pero sin vino.
* * *
Consejos
Matar la soledad con una copa,
cambiar de acera y respetar la luz.
Entrar a las iglesias, ver la cruz,
no preocuparse tanto por la ropa.
Escuchar a Sabina con Estopa.
No prestar atención al que te miente.
Castrarle el veneno a la serpiente,
tener dosis exactas de memoria.
No preocuparse tanto por la gloria,
salvar a toda costa al inocente.
* * *
Montar de vez en cuando en bicicleta.
Ponerle voz y cuerpo a una canción.
No hacerle tanto caso al corazón,
salvar al ave, quebrar cada escopeta.
Revisar los proverbios del profeta,
beber alguna vez del cocimiento.
Tomarse una cerveza con el viento,
joder al que te jode, mas de frente.
No hablarlo todo; dejar que otro te cuente,
saber que lo mejor dura un momento.
* * *
Quebrar las catedrales del olvido.
Saldar todas las deudas con el ego.
Cambiar la frase en el cartel del ciego,
entrevistarse a full con el ungido.
Hallar el software de lo prometido.
No acostumbrarse al rol, al mismo gajo,
no despertar pensando en el trabajo.
Llevar una canción en la cartera.
Hacer lo suyo en cada primavera,
mandar a los que mienten al carajo.
Tres textos de un cuaderno inédito de décimas.
* * *
Fabulación ante la muerte
Viento del norte,
llovizna,
luna de cuarto menguante;
la sombra del caminante tirita.
Queda una brizna de aliento,
una nube tizna la inocencia del paisaje.
El recuerdo es un paraje de nieve,
un sitio lejano en la memoria.
Un hermano emprende un difícil viaje.
Solo lleva el equipaje del silencio en la partida,
la nostalgia del suicida en el último mensaje.
Reposa el cuerpo,
el carruaje de la noche lo traslada.
Es cierto la vida es nada:
un artificio,
un instante;
la huella que el caminante nos deja en cada jornada.
Por qué perdemos el hilo,
qué misterio nos confunde y en la penumbra
difunde su grito.
Queda el pabilo de la luna.
Pasa en vilo un féretro.
Cruel instante del mortal.
Intolerante el tiempo muestra su apuro.
Desaparece el futuro sin saber
cuál Rocinante podrá soportar la carga de huellas,
los amuletos,
las mentiras,
los secretos,
ni tampoco cuán de larga será la muerte.
Qué adarga esgrimir si espeluznante
la noche llega.
Menguante luna gris,
viento del norte,
llovizna;
no hay quien soporte la angustia del caminante.
Agustín Ramón Serrano Santiesteban
Holguín, Cuba
Agradecido eternamente por la publicación de mis versos en esta prestigiosa revista. Bendiciones para usted, amiga Analía, y para todos los escritores que publican en sus páginas.
ResponderEliminarApreciado Agustín:
EliminarUn gusto compartir sus textos, muchas gracias a usted.
Agradezco y retribuyo sus buenos deseos, para usted y su gente, que tengan días plenos de salud, logros y bendiciones