Uno nace, crece, vive,
se descubre poeta
entrega palabras
y el verbo se queja,
aunque lo tapan
los dulces trinos
de aves migratorias
a las que las palabras
apuntan,
se dirigen,
son flechas,
que hieren las nubes de colores.
Abajo, un gorrión
camina a saltitos
deambulando entre letras.
Las nubes heridas,
mimetizan su cromática
vistiendo la incertidumbre de los grises
que se van tragando el sol
y el aire rebelde anuncia
la calma lluvia.
Palabras humedecidas
escurren lento de la página
se derraman como agua impávida.
Los suaves arpegios que trae el viento
hacen que el verso acuoso
que escribió este poeta
se torne silencioso.
Necesito un caracol
para oír las olas.
Barcos viejos
se arriman agobiados
buscando la luz del versofaro
para librar la tormenta
este poeta debe evitar
el naufragio
para escribir he nacido
Intención poética… mi vida.
Montevideo y el poema
Una llovizna piadosa
anuncia el diluvio de las letras
en la apacible noche del sur
albergadora de sueños.
Hoy la luna, faltó a la cita
sobre el Plata.
El viento arremolinado
descarga palabras peregrinas
quizás al amanecer
germine poesía en la Ciudad Vieja.
Colores suaves trae el día
un cielo celeste límpido
tatuado por trocitos de nubes blancas.
Ciudad adentro un poema avanza
un poema abre puertas y corazones
con su estilo duro y seco
con rimas de cristal
pinceladas vivas de luz
del astro refulgente.
Poesía susurro, grito, agita,
transforma,
diluye el Espacio-Tiempo
para construir artesanalmente
la palabra idealizada
con un puñado de letras.
Se tejen metáforas bien hilvanadas
percibiendo los latidos de la urbe.
El poema avanza
como el barco inmenso y gris
que abre el agua y deja el surco espumoso.
Mientras las olas de viento
rompen en la Escollera Sarandí
flotan las palabras
y el poema avanza.
Montevideo, no olvida
Montevideo: falsa puerta en el tiempo. Jorge Luis Borges
La tardecita sangra sobre el Plata
un rojo ceibo cubre el horizonte
en la orilla sur del mundo.
Una bandada de aves nocturnas
abofeteadas por el viento
lanzan sus trinos angustiosos
sobre la Ciudad Vieja atardecida
se van sombreando
sus calles adoquinadas.
La Iglesia Matriz se erige hermosa
con su arquitectura sencilla y sobria
como su pueblo.
El campanario mudo
donde no muerde el viento
no despertará al viejo barrio.
Dicen que hallaron restos
de la antigua muralla de la ciudad
que nació fortificada.
Un sideral silencio de siglos
se rompe y descubre perennes historias
la puerta abierta al tiempo,
a las raíces, a la nostalgia,
al ayer.
Montevideo, no olvida.
Daniel Gorosito
Nació en Montevideo, Uruguay. Reside en Irapuato, México
muy lindas esas imágenes en el poema de su Montevideo, que vive a la distancia y en el poema , amigo , Un abrazo .
ResponderEliminarMuchas gracias, muy amable estimado Roberto, abrazo y saludos cordiales.
EliminarMuchas gracias por tu lectura, Roberto.
ResponderEliminarMi abrazo