jueves, 1 de febrero de 2024

Daniel Gorosito

Intención poética… mi vida 

Uno nace, crece, vive, 
se descubre poeta 
entrega palabras 
y el verbo se queja, 
aunque lo tapan 
los dulces trinos 
de aves migratorias 
a las que las palabras 
apuntan, 
se dirigen, 
son flechas, 
que hieren las nubes de colores. 
Abajo, un gorrión 
camina a saltitos 
deambulando entre letras. 
Las nubes heridas, 
mimetizan su cromática 
vistiendo la incertidumbre de los grises 
que se van tragando el sol 
y el aire rebelde anuncia 
la calma lluvia. 
Palabras humedecidas 
escurren lento de la página 
se derraman como agua impávida. 
Los suaves arpegios que trae el viento 
hacen que el verso acuoso
que escribió este poeta 
se torne silencioso. 
Necesito un caracol 
para oír las olas. 
Barcos viejos 
se arriman agobiados 
buscando la luz del versofaro 
para librar la tormenta 
este poeta debe evitar 
el naufragio 
para escribir he nacido 
Intención poética… mi vida. 


Montevideo y el poema 

Una llovizna piadosa 
anuncia el diluvio de las letras 
en la apacible noche del sur 
albergadora de sueños. 
Hoy la luna, faltó a la cita 
sobre el Plata. 
El viento arremolinado 
descarga palabras peregrinas 
quizás al amanecer
germine poesía en la Ciudad Vieja. 
Colores suaves trae el día
un cielo celeste límpido 
tatuado por trocitos de nubes blancas. 
Ciudad adentro un poema avanza 
un poema abre puertas y corazones 
con su estilo duro y seco 
con rimas de cristal 
pinceladas vivas de luz 
del astro refulgente. 
Poesía susurro, grito, agita, 
transforma, 
diluye el Espacio-Tiempo 
para construir artesanalmente 
la palabra idealizada 
con un puñado de letras. 
Se tejen metáforas bien hilvanadas 
percibiendo los latidos de la urbe. 
El poema avanza
como el barco inmenso y gris 
que abre el agua y deja el surco espumoso. 
Mientras las olas de viento 
rompen en la Escollera Sarandí 
flotan las palabras 
y el poema avanza. 


Montevideo, no olvida 

Montevideo: falsa puerta en el tiempo. Jorge Luis Borges 

La tardecita sangra sobre el Plata 
un rojo ceibo cubre el horizonte 
en la orilla sur del mundo. 
Una bandada de aves nocturnas 
abofeteadas por el viento 
lanzan sus trinos angustiosos
sobre la Ciudad Vieja atardecida 
se van sombreando 
sus calles adoquinadas. 
La Iglesia Matriz se erige hermosa 
con su arquitectura sencilla y sobria 
como su pueblo. 
El campanario mudo 
donde no muerde el viento 
no despertará al viejo barrio. 
Dicen que hallaron restos 
de la antigua muralla de la ciudad 
que nació fortificada. 
Un sideral silencio de siglos 
se rompe y descubre perennes historias 
la puerta abierta al tiempo, 
a las raíces, a la nostalgia, 
al ayer. 
Montevideo, no olvida. 


Daniel Gorosito 
Nació en Montevideo, Uruguay. Reside en Irapuato, México

3 comentarios:

  1. muy lindas esas imágenes en el poema de su Montevideo, que vive a la distancia y en el poema , amigo , Un abrazo .

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, muy amable estimado Roberto, abrazo y saludos cordiales.

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  2. Muchas gracias por tu lectura, Roberto.
    Mi abrazo

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