Todo signado por el agua, como
van las ondas del pájaro en la cresta
simulando eternos veranos.
Todo dicho por la fruta ganada,
-digo Granada,
y se instaura el poema, agua del Nicarao,
agua del hombre,
agua para los ojos de esta mujer
que siempre es un incendio, ciudad
que nos abisma entre sus adoquines.
Tú conoces las noches y los días,
los trabajos y sus fatigas, las apacibles
frondas de la laguna.
Tú sabes a veces cómo somos islas
y sus vasos comunicantes
que extasían el poder del tigre,
del ocelote oscuro y
de un viejo manatí perdido.
Somos solo pueblos pequeños,
lajas incrustadas,
labios que quisieron ser espada,
machete del camino, compás perdido
en el movimiento de caderas
potentes para diseminar el mundo.
Las mariposas que nos sobrevuelan
entienden también
cómo permanece lo efímero del agua,
cómo se forman sus cristales armoniosos.
Hemos venido de hace centurias
y la palabra, el signo preclaro
del concepto
nos precede…
Dejaremos los huesos acaso sellados
por el olvido.
Tú que conoces
los sagrados intertextos que nos fundaron
en esta llama,
en el incendio de una ciudad
fijado en los ojos de una mujer
que no se rinde,
que mira hacia los cuatro vientos.
Festival donde cada quién olvidó que es cada quién.
Granada…fruta con un pie descalzo
y el otro calzado con zapatilla de oro.
¡Albricias!
Granada, Nicaragua, 20 febrero 2016
Hablando del pecado
Mi pecado es haber nacido indefenso.
Y haber proferido un grito de libertad
cuando me alzaron del tobillo.
Mi pecado es y será
amar siempre
de casi toda forma posible tu mirada,
quizás porque condensa
la beatitud de todos los pecados.
Poetas para la clase media baja
La pobre clase media no encuentra poetas
que los signifiquen,
más allá de viejos papeles, radioemisoras
diciendo los goles exagerados, música beat,
desperdicios tirados al azar,
un niño hace series con un bolsillo,
en la pared de madera
las ranuras se han vuelto de un color marrón
contrastante,
la clase media no tiene un violín que resuena
en las noches con mendelsohn ni bethoven,
winchester catedral entrega una pobre melodía,
igual que los carpenter dulzones,
igual que los four season o pink floid
aunque parezca estallar en las paredes.
La pobre clase media no tiene poetas
que digan porfiados y saquen sus silbidos
para ir con la pandilla a cazar aves en las ramas del jocote,
la manzana rosa
a la orilla del torres, basta el tocadiscos
que ya ni siquiera existe, los monkis
son desazules imitaciones, francamente,
las buenas vibraciones hacen la pausa
para que inicie de nuevo un tren en la noche;
la clase media no tiene poetas que los resignifiquen,
quizá un hombre callado dice
en versos pequeños
una pequeña píldora de sueños imperfectos,
un comentario de cine, una foto en blanco y negro,
un vehículo atascado en la avenida cuarta, pesado,
polaroid no tiene manera de parecerse a un poeta triste
en la madrugada
en que la vieja puta va aburrida a cumplir con el horario
desbarajustado del porvenir.
Alguien quiere hacer un poema en el parque
después de masturbarse,
anuncian la pelea del siglo en la tv,
un 120 YE, lleva la ventana abierta…una chica
muestra sus senos por la ventana…
esta ciudad no tiene poetas para la clase media
baja
baja
baja…
para qué si no quieren leer…salvo algunos, muy pocos,
de la clase media
baja
baja
baja…
Poemas del libro del autor: Herida de agua, de pronta publicación en Editorial de la Universidad Nacional. Libro finalista al VII Premio Iberoamericano Pilar Fernández Labrador de Salamanca, España
Ronald Bonilla
San José de Costa Rica
Poesía con sentido. Bella y actual.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura.
EliminarMis cordiales saludos
Ronald Bonita; Bello, tu decir tan profundo!
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura, Beatriz.
EliminarMi abrazo y mis mejores deseos