Desde pequeño Joaquín, nuestro hijo, sueña con volar.
Bueno, quién de nosotros no fantaseó con tener alas y llegar tan alto como el barrilete que armábamos con nuestros amigos.
Hace mes y medio comenzó la escuela primaria; llaman casi a diario, porque se para en la ventana del aula, diciendo que va a volar.
La psicopedagoga del colegio, luego de una reunión, nos recomendó a un psicólogo pediatra.
Ya tuvo tres sesiones. En la última nos dijo:
- Vuestro hijo presenta una patología obsesiva por volar.
- No es nada serio a su edad, en tres o cuatro visitas más, estoy seguro de que lo va a superar.
En la hora de la cena, Joaquín nos dijo:
- No voy a ir más a la escuela.
Nos miramos sorprendidos.
Le pregunté:
- ¿Por qué?
Él contestó:
- En la escuela, nadie cree que mi verdadero nombre es Peter Pan.
Beatriz Caserta
Buenos Aires, Argentina
Excelente Beatriz espero que nadie le corte sus alas. Aun siendo ya adulto muchas veces envidiamos las aves y a veces imaginamos como Joaquín poder volar
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias por tus conceptos.
EliminarMis cordiales saludos
Muchas gracias por tu devolución.
EliminarQue tengas muy bendecida vida!