lunes, 10 de octubre de 2022

Damián Andreñuk

Confusión de máscaras 

En esta confusión de máscaras 
escribo como quien golpea contra lo irremediable 
la fiebre más digna 
la majestuosa paz del águila 
                          me asisten. 

No llevo en las entrañas la avidez mercachifle. 
He nacido en comunión con un vértigo salvaje. 

A pura furia y luz 
atravieso este plano. 
La maldad cotidiana que nos hace sentirnos desterrados. 
El odio en fogonazos. 
El odio permanente como un hongo maldito. 
Los ojos muertos de la vanidad y el egoísmo. 
El pecho de la felicidad con luciérnagas extáticas. 
La diáfana sabiduría forjada a cicatrices. 
La sangre que se fortalece cuando el amor desborda. 


Marianela 

Parece frágil su clara sensibilidad. 
Pero es capaz de desafiarlo todo. 

Sabe limpiarse el desengaño
que endurece los rasgos. 
No bebe de las copas 
que ofrece la inconsciencia. 
No se somete al juego sucio 
a la avidez carnívora. 

Marianela 
y su gracia 
su intensa luz contra alimañas y reptiles 
su voz real (sin displicencia ni entusiasmo interesado) 
su fresca alegría femenina 
su piel tibia como una flor del paraíso 
sus manos bellas como las ganas de vivir 
como escuchar en un silencio milagroso 
el corazón de los pájaros 
como un amable gesto que da paz 
al recordarnos que la bondad existe 
como acercarnos a un ángel de pureza absoluta 
que nos obliga a desnudar lo que realmente somos. 


Batallas 

En todas mis batallas me he fortalecido 
y algo se me ha muerto 
a través de lo que enseña majestuosidad 
a través de lo que ahorca a la inocencia 
tatuado por horrores y purezas 
todavía celebro cada porción de luz 
todavía sangro desde heridas incomunicables 
conservar ciertos tesoros tuvo exigencias tremendas 
vivir entre la lucidez y múltiples desequilibrios
sin inversiones materiales seguras 
nutriéndome de fuentes milagrosas 
despreciadas por la mayoría. 

Necesito el mar y campo a la intemperie 
mujeres fusionándose a mi alma 
en una dulce armonía transparente 
en una cópula salvaje hasta la fiebre 
necesito las montañas la sagrada intensidad de la poesía 
el rechazo para siempre de lo estéril 
feroz como Rimbaud o Dostoievski 
quisiera desoír la música de los abismos 
ningún otro rumbo 
es más veraz que el de la piel
el corazón 
o las palabras 
donde sea alzo mi cruz   mi espíritu en delirio 
mis vísceras expuestas 
mi amor desquiciado a lo perpetuo.


Damián Andreñuk
La Plata, Buenos Aires, Argentina

2 comentarios:

  1. ...vivir entre la lucidez y múltiples desequilibrios...
    ...mi amor desquiciado a lo perpetuo...
    ¿Acaso me conoce Ud.?
    Buena destilación de deseos e incertidumbres.

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