A Pablo Neruda:
¡Qué melancólica
sonó tu voz marina,
allí donde Pablo miró
sobre las crestas enloquecidas!
Altiva,
su mano tocó
en la orilla
ese rompiente
de sal y espuma fría.
Tal vez él sintió
como me sucede hoy:
ese amor…
atracción femenina
que nos seduce
con su abrazo
de bruma dormida.
Igual sonó melancólica tu voz,
En ese pedazo de tierra mía,
que moja sus pies
en las aguas del Plata,
en estas aguas queridas.
¿Dónde están las estrellas?
A veces pienso:
¿dónde fueron a parar
las estrellas,
luego de la tormenta?
Cada mañana
me asomo a la ventana,
miro el sol en el jardín
y espero…
Después de la lluvia
sólo quedará el recuerdo,
sólo eso
y nada más.
Mis pasos me llevan
por caminos secretos
pisando charcos,
mirando el cielo.
Luego de esto
sólo queda el silencio,
sonrisas opacas,
oscuras, solitarias…
El día pasa junto a mi ventana
veo el sol en el jardín
y otra vez pienso:
¿dónde fueron a parar las estrellas
luego de la tormenta?
Rubén Pérez Hernández
Uruguay
Tu poesía refleja el momento que vivimos como sólo lo puede hacer un poeta. Gracias
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lectura, Cleide.
EliminarMi abrazo y mis mejores deseos