lunes, 23 de septiembre de 2019

Elsa Hufschmid


Un lugarcito en Monte Vera

Las ramas del sauce me acariciaron los hombros, dándome la bienvenida.
Y su sombra me alivió el calor que ahogaba persiguiéndome desde la ciudad.
El amplio patio alfombrado con césped, refrescó mis pies y un arco iris de flores salpicando los rincones llenó mis ojos inundando de paz y alivio que tanta falta hacía a mi espíritu.
La casa pequeña, simple, acogedora, aún sin completar su amoblamiento pero con detalles donde se adivina la mano de su dueña.
Pero el espíritu de Teresa danzaba entre las púberes plantitas, que mostraban sus hojas nuevas, sus flores, compitiendo entre ellas por ser la mejor, la más mirada. En lucha contra las mandíbulas de las hormigas, los caracoles, el ardiente sol del verano, el granizo que las deshojó y aplastó a las más pequeñas. Pero se unían, se abrazaban entre sí y crecían devolviendo el amor que les regalaban.
Se adivina un futuro precioso jardín, se presiente un día, no muy lejano, caminar entre perfumes verdes y sutiles rojos, amarillos, azules y blancos y la sonrisa ancha y orgullosa de su creadora, Teresa, la jardinera poeta.


Elsa Hufschmid 
Santa Fe, Argentina

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