Domesticados y
ausentes
Atormentados
engullidos por un monstruo
subiéndonos a lo que ocurre
a pequeñas olas de vacío
domesticados y ausentes
carentes de un coraje definido
vigilados a través de los años
dominados por un miedo transmitido
buscando dinero
sin saber qué es el dinero
amordazados
por mortíferos procesos.
Promesa del
crepúsculo
Es por la soledad
que mis vicios exhaustos, mis garabatos inconclusos;
los himnos coreados bajo la débil promesa del
crepúsculo,
la fe en las palabras, en un abecedario que arremolina
toda fe,
¿cómo se encuentra la hora exacta para apuñalar el
vientre
de lo
insatisfecho?
¿Por qué no soltar todo y permitir varias botellas de
buen vino?
¿De qué me servirán mis modestas victorias?
¿Por qué el anhelo de contrarrestar
las fecundas ciénagas del olvido?
Una luz
irreprochable
Yamila,
cuando el rabioso pájaro del desengaño
haga su nido en tus pupilas,
cuando conviertan tu pudor y tu alegría
en un espíritu feroz del desencanto,
cuando ese sádico fantasma que es el tiempo
invada tu
rostro
y quizá en un hospital o un cementerio
erradiques por completo los engaños del ego,
cuando tu angustia
se haga cólera
y
después desesperanza,
cuando sientas muchas veces que estás perdiendo el
juicio
y
recuerdes de repente que todo es como un juego,
cuando hayas dominado finalmente
la inimaginable proeza de tu lucidez,
cuando comprendas definitivamente
que lo único valioso nace del desgarro,
cuando sepas que triunfar en lo que sea
sin odio o sin cariño
conlleva charlatanería,
cuando te llegue la vejez con su sereno vértigo
y transforme tu presente en un sueño desgastado,
no escribas el amor
con letras
negras,
no admitas nunca
lo bello del ocaso.
Ojalá evites el reclamo
y los miedos y
las lamentaciones;
una Luz irreprochable
te protege.
Damián Andreñuk
La Plata,
Buenos Aires, Argentina
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