-Córdoba, Argentina-
Aún
Cuando no te encuentre, segura
estarás en esa comarca de privilegio. No sé cuánta es la distancia, ni cuántas
nubes te acompañan hoy, o ayer, o mañana, en esos trayectos silenciosos. No lo
sé, pero curiosamente la distancia se hace corta y musical. ¿Será que el
espacio es un mar? ¿O una larga meseta infinita? No lo sé, pero hay un lazo de
seda, un lazo de recuerdos intactos que hacen despertar alboradas. No lo sé,
pero allí estabas con una sonrisa premiada de pudor y la pureza de tus palabras.
¿Eres tú acaso?
Eres… tú, acaso, esa mujer
engalanada de tules? ¿La misma? Me pregunto qué pasaría si esa delicada seda
cae y desnuda tu cuerpo, y reapareces… ¡como Betsabé!, la ingenua y bella
pálida de Memling, con su desafiante postura, o con el desafío voluptuoso de la
¡Olimpia!, o ¡Magdalena!, o tal vez la
Venus dormida, Venus de Urbino, ¡todas!, todas ellas,
reclinadas en ensueños y delicadas manos izquierdas cubriendo ingenuamente el
deseo. ¡Oh!, esa piel cuya pátina se ignora, embelesa tu cuerpo delicado; me
lleva enceguecido a besar tu cuello desnudo, quedando luego desmayado entre tus
dos pechos mellizos, con sus fresas punzantes, señalando el sendero que lleva a
buscar tu Venus y encontrar el misterio amoroso, deslizado de tus muslos. ¡Ah!,
me desmorono humildemente, despeñado sin protesta a tu miel, avivando la
caldera que emerge inquieta en dos cuerpos encendidos a extrañas formas. Y si
esa delicada seda cae y desnuda tu cuerpo, y reapareces inquieta desde un
peñasco de sombras, segura del camino que bajas a recorrer, clamo: “¡Regresa!, ¡ve al
camino del reencuentro, engalanada de tules y sedas!”. Y
reapareces… ¡como Betsabé!, la ingenua y bella pálida de Memling.
Ojos
Ah, tus ojos!, revelación de la
dama con armiño que Leonardo da Vinci plasmó en tela… ¡Quién diría! ¡Quién se
atreve a desmentir que de esas esferas sin lágrimas, llegan magnificencias de
primaveras de colores, y floraciones de sensaciones renaciendo de vida! ¡Qué
interesa que haya heridas! Heridas…, heridas aún abiertas por dagas de errores
mansos, si en tu lenguaje silencioso cobijas tanta ternura. ¿Es acaso la
palabra, la palabra muda nacida de tus labios, la que despierta fuego? Un fuego
deslizado inerte, indolente que quema, como si la roja lava de volcanes rugientes
escapara al encierro. ¡Ah, tu boca! ¡Quién diría! ¡Quién…, quién se atreve a
impugnar que esos dos belfos cantan!
Nubes
Y…sí. He visto dos ciclópeas
nubes albas, níveas, desfilar frente mío. Parecen dos barcos sin rumbo; dos
navíos abrazados, sólo dos muy cerca, muy bajas; casi logro acariciarlas sobre
un olimpo gris…, gris vaporoso. No era mar, sólo un vacío taciturno, lánguido
de borrascosos relámpagos, zigzagueando incandescentes y veloces en un limbo
gris. Dos nubes muy blancas se licuaron en un hálito de viento que las multó a
perder su forma mágica. Ya no son dos bardas blancas; son pequeños nimbos,
deambulando en un edén gris.
No me despierten
No me despierten… Mis ojos
descansan evocando un pasado de imágenes gráciles, semejando hojarascas húmedas
que flotan, deshojadas de sus ramas en un espacio cuantioso, iluminado con
fulgores de sueños, enervados de trajinar espacios oscuros que, liberados en
frenesí de danzas errantes, emergen alborozados, mientras que el aturdido y
ambulante camino, en una febril claridad vacilante el cielo falsifica, con
pasmosa solemnidad, el asedio del tiempo y la fiereza de la espera. No me
despierten… si no tienen una excusa válida y novedosa que justifique hurtarme
este sopor de armonía.
Del libro Sueños Calmos. Poesía en prosa.
Colección Sur de Poesía, Ediciones de La iguana, 2012
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Logro resistirlo todo, salvo la tentación.
Oscar Wilde
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FELICITACIONES A Gustavo Vaca Narvaja, ME CONMOVIO LA COMPOSICIÓN DE SUS TEXTOS ! UN GUSTO LEERLOS
ResponderEliminarGracias por tus conceptos, querida Graciela.
EliminarMi abrazo y mis mejores deseos
Analía