-Goya, provincia de
Corrientes, Argentina-
Hoy no me
juzgues…
No maltrates este día nuestro amor
Sólo piénsame, admírame, y bésame…
Que si me dieras el regalo de tus ojos
la licencia de tu pensamiento
la sabrosura de cautivarte tanto
y el secreto deleite de tus besos…
Yo te daría mi vida
Hoy no me juzgues…
Quiero ser la princesa de tu cuento
Que tú seas quien me despierte en besos
Quiero adueñarme de tu pensamiento
Y ser tu maja desnuda en este encuentro
Que si me dieras la dicha de tenerte
Yo te daría mi vida, sin juzgarte
Que si mi cuerpo desnudo te estrechara
Sentirías el amor, en dicha plena…
Quiero ser la bandera que en los barcos
Denuncie nuestro amor a cuatro vientos
Y deseo tenerte, simplemente,
Para encallar unidos, en el barro.
Poesía
Un horizonte cuajado de ilusiones
desempolva la aterida tarde.
Desnuda, desmadejo mis horas entre versos
Me buscas… ¡Y escapo!
Prisionera de tu seducción ¡Escapo!
Es que si tú me abrazas, desvanezco.
Haces hilachas de mis
sensaciones
Y ya no puedo ser.
¿Escapo? ¡No! Sólo lo intento…
Vano intento -fugaz- de abandonarte
aunque todo en mí pugne por amarte.
Despliegas tus ocultas maneras
¡Y me atrapas!
Bebo entre tus candiles agua eterna
Y descalza recorro tus llanuras
Están húmedas…Y mis pasos resbalan
por los senderos de tu significado.
Las preguntas son muchas. No resisto.
¡Me ahogas!
Cual libre mariposa, en su agonía…
¡Intento dar respuestas! ¡Y no escuchas!
Me invitas. Me acaricias mientras huyo…
Conservas el poder de “los sin tiempo”
Y callas.
Sólo aguardas mi regreso.
En el eco de mis ciegas angustias
Tu luz me abarca
Cálido resplandor me anuncia tu mirada…
Estoy entre los signos que me niegan…
¿Me buscas?
¡Aquí estoy POESÍA!
¡Hurga en mi alma…!
A Miguel Hernández
Guerrero que en polvorines le vas cantando a la lluvia
Adalid de la justicia que en palabras vanas, vuela
¡Ah Miguel el de Orihuela! El de incansables espuelas
Aquél que entre pastos vivos soñó con su ser poeta
Éste que vive, poeta, aún entre pastos, dormido.
Dame esa mano que tañe ¡Dame tus sueños Miguel!
Quiero captar en tus dedos, la magia total del SER
De aquél que sufriendo vive, para no morir después…
De quien transporta su cruz, pensando que volverá.
Y en la magia de las noches, que se pueblan con estrellas
le va cantando a su cielo, entremezclándose en ellas
Y en la magia de los días, entre renglones alados,
va contándole sus sueños de poeta dislocado
a todo niño que duerme… A todo poeta en ciernes…
A todo aquél que aún hoy piensa en sus palabras donadas
como granas confitadas de la gran fiesta vivida;
como cuentas de un rosario que acompañan tu partida.
Dame esa mano que tañe… ¡Dame tus sueños Miguel!
¡Quiero captar en tus dedos la magia total del SER!
No me dejes sin espuelas, ¡Oh Miguel! El de Orihuela…
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No pidas una carga ligera, pide unas espaldas fuertes.
Theodore Roosevelt
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