sábado, 15 de junio de 2013

Francisco Garzón Céspedes

-Madrid, España-


La Maestra (2)

La maestra respira hondo y empieza la clase de una manera inusual: “Podría daros los buenos días. Y sería correcto. E igual de correcto sería comenzar a explicar de inmediato la primera lección de hoy.” La expectación de las niñas y niños es total, se ha hecho el silencio y la clase se ha inmovilizado.
La maestra se queda en un silencio que es más que pausa, les va mirando a los ojos y luego: “Pero el día sólo será bueno si lo hacemos bueno. Por lo que os propondré: Hagamos entre todos un buen día. ¿Quién nos cuenta algo grato que le haya ocurrido? ¿O quién inventa una historia y la comparte? ¿Quién nos trae a la memoria al abuelo que cuenta, o al contador de historias de la tribu, o a Scherezade?”
Y con el golpe de viento que entra por la ventana, la maestra tiene la sensación de que parece haber llegado un duende que impulsa a contar cuando un niño, poco a poco se incorpora, alza una mano, y, primero tenuemente, narra: “Había una vez…”


La Maestra (6)

La maestra medita acerca de que hay muchos modos de hacer un regalo. Y llega a la conclusión de que lo más importante es la intención que lleva a regalar; y que lo segundo en importancia es la manera en que se regala. Que es determinante la significación contenida en el acto, la trascendencia que puede apreciarse en la acción de regalar y la que contiene el regalo como hecho mismo. Desea enseñar a sus alumnos a regalar, por lo que decide que al día siguiente llegará muy temprano y depositará un regalo en cada pupitre; para que cuando sus alumnos entren hallen una hoja seca, de las de un amarillo o un naranja más intacto e intenso -con suerte antes las recogerá incluso con unas pinceladas de rojo-: unos colores que les recuerden a niñas y niños el sol en medio de un otoño tan gris. Y entonces les expondrá que un regalo es, ante todo, el sentimiento que, desde adentro de quien regala, toca con su luminosidad adentro a quien recibe el regalo.


La Maestra (7)

La maestra se emociona al leer a sus alumnos el poema que en la infancia, en ese mismo grado de primaria, su maestro le leyó a ella junto a todos los compañeros de aquella clase. Los ojos se le nublan a la maestra, no tanto por el poema como por el recuerdo. Sus alumnos se emocionan, no tanto por el poema, que es ciertamente hermoso, como por la emoción que ha inundado de lágrimas los ojos de su maestra. La maestra se siente obligada a explicar, aunque no para que la crean: “Se me ha metido una basura en cada ojo”. “A nosotros también.” -exclaman sus alumnos como un coro de poetas.


La Maestra (8)

La maestra se encuentra, durante el receso, frente a la pelea de dos niños por la naranja descubierta en el suelo del patio. Y se asombra de la ferocidad con que aquellos dos niños se disputan la naranja, porque sabe que, justo esos dos, acaban de merendar. Reflexiona la maestra mientras los separa y toma la naranja en una mano: “Podíais haber dividido la naranja” -les dice-. “La mitad es mejor que pelear; o que perder después la naranja entera si no se gana… ¿Y si le dan la naranja a quien esté más cerca y no haya merendado?” Se hace un silencio de diminuta tragedia. “Bueno…” -le responden los dos, dubitativos-. En ese instante, como si tuviera una varita mágica, la maestra les regala a cada uno una mandarina, y les señala: “Y cada uno por la pelea, no como un castigo sino como ampliación de conocimientos, investigará sobre las lesiones y los fallecimientos por accidente”.


La Maestra (9)

La maestra escucha en clase la pregunta de uno de sus alumnos, interrogación a la que luego se suman numerosas voces: “¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?” Sabe la maestra que debe elegir una de las respuestas que conoce, pero duda, porque si se atiene a la pregunta misma al contestar aún quedaría lo de: ¿Que fue antes: la gallina o el huevo de gallina? Podría contestar en los dos casos que: “El huevo.” Pero aún permanecería en juego el cuestionamiento hasta el infinito, por lo que además de preferir no herir sensibilidades a tal edad promedio de sus alumnos, la maestra elige señalar que: “El habla popular plantea este dilema, inquiriendo ‘¿el huevo o la gallina’? para referirse a la inutilidad de preguntarse quién fue primero ya que lo considera un círculo vicioso.” Y hace la maestra una pausa de expectación para concluir: “La respuesta es, podría ser, tan obvia, que insultaría vuestra inteligencia si os la ofreciera. Y si alguno no conoce cómo podría contestarse, puede investigar. Por lo que cómo la pregunta suele tener un sentido metafórico prefiero, pequeños gigantes, explicaros lo que es una metáfora.”


Estos textos forman parte de una serie de 14 cuentos publicados en Cuadernos de las Gaviotas Nº 86, Cuentos de la maestra / Breves e hiperbreves. Madrid / México D. F. / 2012. Colección editada por CIINOE Cátedra Iberoamericana Itinerante de Narración Oral Escénica; COMOARTES Comunicación, Oralidad y Artes.


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Obedeced más a los que enseñan que a los que mandan.
Agustín de Hipona

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