-San Luis, Argentina-
Voto cantado
Caía la tarde pegajosa, distinta, del 30 de octubre.
Se había vivido una jornada cívica, según decían las proclamas, aunque para nosotros no tenía más significado que haber llevado por primera vez nuestra opinión a un sobre con firmas entre orgullosos y desconcertados, opinión desde luego relativa, ya que muy dentro nuestro, y hablo del grupo de amigos con quienes habíamos cambiado tantos pareceres, nos hubiera gustado cortar la boleta en partes más pequeñas que las indicadas, poniendo un concejal de este partido, otro del otro, el presidente aquél con el vicepresidente contrario, y un diputado departamental que vive en Buenos Aires y lo sabemos más capaz que todos los que lograron encaramarse en la lista a fuerza de vaquillonas con cuero y promesas de puestos en Vialidad de la Provincia.
En ese momento no sabíamos que la más valedera de las opiniones era la del Fondo Monetario Internacional.
Se había vivido, como dije, una jornada cívica tan igual para algunos como aquéllas del voto marcado de los cantonistas, o el: - ¡Vos ya votaste! ¡Andá nomás! -, de los gansos de la otra provincia.
¿Qué diferencia había? Antes se ganaban las elecciones por el voto o el facón. Ahora, por los condicionamientos de la banca externa. Antes se ganaban. Ahora…
El comicio había transcurrido sin incidentes, y las seis de la tarde indicaron la apertura de las urnas que desde hacía varias horas no recibían más que nuestras miradas ansiosas.
Los pocos vecinos del lugar se hallaban en la casa que oficiaba de cantina terminando otro asado "sin vino", decía el reglamento, pero por el tono de las voces no hacía falta ir a verificar si se cumplía o no. La escuela nos contenía y los soldados montaban una innecesaria guardia en la galería.
De pronto se golpean las manos, de lejos, pidiendo un permiso que el oficial concede, para hablar con la mesa electoral.
- ¿Qué anda buscando, Don Jofré? - El presidente de mesa conocía todos los vecinos.
- Es que… voté por el MACHO -
Nos miramos presintiendo que la sobriedad del votante no era tanta, y vendría a proclamar su voto por el General.
- ¿Cómo dice, Don Jofré? -
- Sabe que el dotor me dio el voto y lo puse en este bolsillo, y como no traje los lentes, en el cuarto oscuro saqué de este otro bolsillo el certificado del mular que le tengo vendido a Don Correa -
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El actuar con sentido común según el momento es la mejor sabiduría y la mejor filosofía.
Horace Walpole
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miércoles, 13 de junio de 2012
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Un gran final, que en su comicidad trasunta la ironía de la situación. Lo disfruté mucho Irene Marks
ResponderEliminarGracias por tu apreciación, querida Irene.
EliminarMi abrazo, que estés muy bien
Analía