domingo, 20 de marzo de 2011

Julio Bepré

-Poeta de Córdoba. Reside en Buenos Aires, Argentina-

Tiempo atrás


Vivió entonces un breve y tenso amor
hecho en un mes de un año
signado en un antiguo calendario.

Donde unos ojos lucían
amparados por horas incontables
a la orilla del mar
sin importar que la paciente luz
entrara más y más en la penumbra.

Era un mundo sin vanos meridianos,
sin límites ni aduanas
objetando un tráfico de anhelos
gráciles todos y además propicios.

Era una dicha fresca y hechizante,
pero allá, sólo allá

y en ese tiempo.


Sin tiempo

Más allá de todo lo mudable y repentino
existe otra historia sin término
donde aún queda en ella un ileso rubor
y el silencio preciso para cualquier regreso.

¿Cómo abreviar el tiempo que borra una ilusión
cuando un instante queda confinado en un siglo?

¿Cuándo llegará un nuevo origen,
un ahora rotundo, una mirada garza
y el suave contorno de una piel?

Hay una entrega intacta y consentida
porque la fecha es una súplica nueva
frente a este mar colmado de sigilos.


Rescate

Hay un instante repleto de silencio
al arribar lo no habitual e inexplicable.

Resplandecen las horas vespertinas
y con prisa se allegan oscuros balanceos.

No existe apuro y entonces la mirada
se vuelve lejanía o vuelo de gaviota.

El piélago deja al viento demorado
y todo se hace inocultable asombro.

Él contempla ansioso la infinita
amplitud prodigiosa que hoy lo innova.

A veces parpadea y con fruición respira
feliz frente al mar. Aquí y en su nostalgia.


Del libro Al mar dejo esta voz. Buenos Aires, noviembre 2010

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Para llegar a ser sabio, es preciso querer experimentar ciertas vivencias, es decir, meterse en sus fauces. Eso es, ciertamente, muy peligroso; más de un sabio ha sido devorado al hacerlo.
Friedrich Nietzsche

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