jueves, 11 de febrero de 2010

Ester Vallbona

-España-

Memeces


Esta mañana, mientras navegaba por Internet, se me abrió una página por sorpresa de ésas que te asaltan cuando menos lo esperas y sin avisar. Era el horóscopo para hoy. Sin mucha convicción, pero con algo de curiosidad malsana, y porque no tenía nada mejor en qué perder el tiempo, lo leí: “Un amor perdido vuelve a tu vida, e intentará que todo sea como antes, pero cuidado, tú ya tienes algo bueno que puedes estropear.” Inmediatamente me maldije a mí misma por haberlo leído. Cerré a toda prisa el ordenador, desconecté el teléfono, la radio, la televisión, bajé todas las persianas, me puse tapones en los oídos, eché la llave de la puerta y de mi alma, cerré los ojos y esperé, rezando para que no sucediera nada. A los cinco minutos, llegó la soledad. En ese instante, descubrí que la predicción se había cumplido. La soledad, ese amor perdido, había vuelto de nuevo a mi vida para tomar posesión de ella. Entonces, abrí los ojos con convicción, la cogí por la solapa, abrí la puerta y la eché a la calle; me quité los tapones de los oídos y se inundaron del murmullo de la vida; subí las persianas y me dejé acariciar por la luz de la mañana; puse la radio, la televisión, y me llené de voces, de risas, de música; conecté el teléfono, el ordenador, y me puse a escribir. ¿Quién me mandará hacer caso de semejantes memeces?, al fin y al cabo, soy tauro, y los tauro no creemos en esas cosas…


Sólo para valientes

Ven, acércate…, más, un poco más, hasta que tus ojos estén tan cerca de los míos que se reflejen en ellos, justo antes de que mi rostro se convierta en un borrón y tengas que cerrarlos para evitar el mareo. Ven, acércate, asómate a ellos, si no te asustan las alturas o, mejor, las caídas en picado. Atrévete a mirar y a preguntar. Ellos son sabios. Tienen todas las respuestas. Bueno, todas no. Las preguntas triviales para otro momento. Pero ésas que realmente te interesan, ésas sí las conocen. Puedes probar y verás. Pero, antes, un consejo: no busques una respuesta que no quieras escuchar.
Anda, acércate lo suficiente para que nuestras respiraciones se confundan, calientes, contenidas, para que nuestros labios intuyan sus respectivas formas, sus relieves, y da el paso, no te prives, adelanta un milímetro más el rostro y serán tuyos. Mis labios se dejarán llevar a donde quieras llevarlos, mecidos, sostenidos, pero no te fíes, en cuanto despierten tomarán el control, y entonces ya no podrás escapar a ellos. Entonces marcarán las reglas de este juego. Es mejor que huyas ahora que estás a tiempo.
O quédate, atrévete, si eres amante de las emociones fuertes, si crees que hay besos que pueden detener el tiempo, dar la vida, combatir la pena, encadenarte, liberarte, transportarte muy lejos, traerte de vuelta a cada embate, vaciarte para después llenarte, sólo eso y todo eso, en fin, tú decides.


Éramos viento

Recuerdo el día en que tú y yo nos conocimos. Tú y yo, dos soledades encontradas. Éramos, por separado, dos vientos temibles, huracanados -uno del Norte, otro del Sur-, que lo arrasaban todo a su paso. Sin embargo, al encontrarnos, nos fundimos en un cálido abrazo que nos hizo torbellino diablillo y juguetón.
Éramos entonces el viento que sobrevolaba los árboles, acariciando levemente sus copas y meciendo sus frutos; el que descendía en picado y, con su estela, deshojaba respuestas de los pétalos de tímidas margaritas.
Éramos uno solo surcando las olas, salpicándonos, riéndonos de los peces que saltaban a saludarnos y que, atrapados en nuestra espiral, se preguntaban aturdidos cómo habían llegado a tocar las nubes.
Éramos el aire que jugaba a levantarle la falda a las mujeres por la calle, a arrebatar las gorras de las cabezas de los hombres, a despeinar a los jóvenes primorosamente peinados.
Éramos la brisa que sacudía un hola y un adiós en una sábana tendida, y que nadie respondía porque nadie lo entendía.
Éramos desbarajuste, locura, pasión, cuando nos encontrábamos.
Sí. Éramos viento, entonces.


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La vida. Obra maestra de la arena, entre dos olas.
Valeriu Butulescu


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3 comentarios:

  1. Ester: quería comentarte que me gustó mucho lo que leí, sobre todo "Memeces", con su final sorpresivo. En los otros dos textos hay mucha poesía, fragilidad y ternura. Saludos de Irene Marks

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  2. Gracias querida Irene. Coincido respecto a Memeces, es tierno y tiene un buen giro final.
    Mi abrazo
    Analía

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  3. Gracias, Galáctica, por tus palabras. Me alegra que mi estilo te guste. Te invito a leer más en mi blog. ;)

    Y gracias a ti, Analía, como siempre, por hacerme un hueco en tu espacio. :)

    Besos a dos bandas

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