-Buenos Aires, Argentina-
Ecos
…si hasta cuando dormía me heriste con tu sueño
como un haz de mañana en una pieza a oscuras,
como un pañuelo florecido en despedida
por la presión flotante de los aires.
Respiración, susurros –sólo yo debía oírlos–
iban haciéndose palabras, fragancia umbría, fronda
en la impiedad solitaria de la siesta;
y ahora son esta brisa
que con su fresca pared empuja despacito,
entreabre mi piel y la despierta y la aturde de verano.
Como estoy cara al sol, mi sombra se hace cóncava
por capturar el mundo traspasado por voz:
los zumos vegetales, las regiones de agua tibia y salada,
el lento avance gris de los inviernos fluyendo transformados
por esas redes otra vez tendidas
y el inquieto ramaje de tu pelo
como un árbol dorado, fluctuando, por escapar de la memoria.
Tengo en el cuerpo prisionero al mar
y es mi jaula la tierra –con ser el mar mayor–
y el verso que sembraste surge ahogado
como aquel pez que está saliendo de las aguas.
Enloquecida de ecos voy y vuelvo:
Eco está condenada, Eco no puede
expresar el amor. Y cuanto más se aleja más se cerca,
encerrada en el reflejo de aquel canto.
Y no es sólo la espuma de tu voz que se levanta y palidece
en la marea que ha invadido una y otra vigilia,
es un pueblo de voces apagadas que se van encendiendo
en el país oscuro de la sangre,
es la raíz marina y diminuta que en cada lágrima florece.
Y no poder vaciarme de los deseos ajenos
por no perder el eco, ni la sombra, ni el nombre.
“Ecos” obtuvo Mención en el Primer Concurso Nacional Macedonio Fernández, Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires, Argentina, 2004.
Dispersión
Pasarán mis palabras
como el quejido de los gatos pequeños que comen las raíces de la lluvia,
que es preferible ahogarlos –según dicen- antes que pasen a mayores.
Pasarán mis palabras, Señor, y no cambiará el mundo.
No seré más libre,
ni habrá menos lugares vacíos desde siempre.
Pasarán como el agua por los vidrios,
aunque queden después sucios y opacos
como el río de mi ciudad,
que de tan solo
sólo tiene una orilla.
Y si llegan a desprenderse mis palabras,
de mí sólo quedará
la forma de mi boca
en un callado grito.
Toda totalidad se habrá perdido.
A nadie le importará comprender.
Si tengo suerte, alguno levantará un fragmento
de mi rompecabezas
para hacerlo jugar en otros marcos, cambiándole el valor.
La eternidad del que escribe
es esa ráfaga de otoño.
Encaje
Tan resbaladiza la espina
pero pude atraparla
y la arranqué sin respirar.
Con un extremo perforé el papel
de la misma manera
que para hacer encaje de bolillos.
Jugando conmigo como con otra
me fui distrayendo de mí y eso me calmó.
Clavé de nuevo la espina para cerrar un punto
y se hizo el silencio.
Voy a encimar las hebras
y cruzaré las manos en el sitio del dolor.
No sé por qué presiento
que no lo dejarán cicatrizar.
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Amo las limitaciones, porque son la causa de la inspiración.
Susan Sontag
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martes, 12 de enero de 2010
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Le debo a Analía el placer de encontrar y disfrutar de una poesía como la tuya. Gracias y felicitaciones
ResponderEliminarGracias Norma querida.
ResponderEliminarEs grande la poesía de Isabel y me da gusto contar con su voz.
Mi abrazo
Analía
Mil gracias, Norma y Analía. Yo estoy en actitud de leer poetas que no conocía.El poema Ecos está dedicado a mi madre que me hacía dormir diciéndome poemas y trata de esa rebeldía de no aceptar un mandato (familia de escritores) para elegirlo finalmento con toda mi alma.
ResponderEliminarSoy sobrina del poeta del 40 Eduardo Jorge Bosco.
Isabel Llorca Bosco
Gracias a vos, querida Isabel, por permitirme compartir tus poemas con los lectores de la revista digital
ResponderEliminarMi cariño y mis buenos deseos
Analía