La alambrada
A la medianoche de la noche más helada del año llegó, súbita, violenta, la orden de formar. Aquélla era la noche más helada de ese año y de muchos años, y una niebla enemiga enmascaraba todo.
A los gritos, a los culatazos, los presos fueron puestos de cara contra el cerco de alambre que rodeaba las barracas. Desde las torretas, los reflectores atravesaban la niebla y lentamente recorrían la larga hilera de uniformes grises, manos crispadas y cabezas rapadas a cero.
Darse vuelta estaba prohibido. Los presos escucharon ruidos de botas en carrera y los metálicos sonidos del montaje de las ametralladoras. Después, silencio.
En esos días, había corrido el rumor en la prisión:
-Nos van a matar a todos.
Mario Dufort era uno de esos presos, y estaba sudando hielo. Tenía los brazos abiertos, como todos, con las manos agarrando la alambrada: como él estaba temblando, la alambrada estaba temblando. Tiemblo de frío, se dijo a sí mismo, y se lo repitió; y no se lo creyó.
Y tuvo vergüenza de su miedo. Se sintió abochornado por aquel espectáculo que estaba dando ante sus compañeros. Y soltó las manos.
Pero la alambrada siguió temblando. Sacudida por las manos de todos los demás, la alambrada siguió temblando.
Y entonces, Mario entendió.
De El Libro de los Abrazos
El espejo
Solea el sol y se lleva los restos de sombra que ha dejado la noche.
Los carros de caballos recogen, puerta por puerta, la basura.
En el aire tiende la araña sus hilos de baba.
El Tornillo camina por las calles de Melo. En el pueblo lo tienen por loco.
Él lleva un espejo en la mano y se mira con el ceño fruncido. No quita los ojos del espejo.
-¿Qué hacés, Tornillo?
-Aquí –dice-. Controlando al enemigo.
De Las palabras andantes
Eduardo Galeano - Uruguay
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La guerra internacional entre pueblos americanos no puede ser sino el efecto de una locura criminal, no excusada por motivo alguno, ni por el menor pretexto.
Eduardo Santos
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viernes, 7 de marzo de 2008
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Aunque hubo y existen alambradas y silencios quiero gritar estos versos:
ResponderEliminarQuiero...
Quiero pintar
flores, pájaros y soles
donde la muerte planeada ahogó la vida
Quiero revivir la vida
donde sembraron muertes..
donde ahogaron las voces de la liberdad...
Quiero entonar un himno libre
desafiando a los rastros amargos
que en los muros se escondieron....
Quiero sembrar vida,
elogiando a la libertad
humillada por los torturadores.
Hubo golpes tan fuertes
al corazón mi patria
zanjas oscuras de odio
de espinas y de hiel.
Quiero hoy derramar
melodías de paz
borrando
los días sangrientos que mancharon
las páginas sagradas de nuestra historia
Stella Maris Taboro
Bello tu canto de esperanza, querida Stella.
ResponderEliminarUn cariño
Analía
Galeano puede conmigo. Siempre. Después de leerlo, a veces, me da vergúenza, incluso, pensar. Cómo puede ser tan grande.
ResponderEliminarAlicia Perrig
Gracias por tus palabras querida Alicia. También a mí me conmueve siempre Galeano, con su sencillez y profundidad.
ResponderEliminarUn cariño
Analía