lunes, 30 de septiembre de 2024

Jeremías Vergara

El Rey Azulado Ciruelo 

La primavera llegó, 
las pequeñas rojas azuladas hojas, 
descansan por encima de ti 
llenas de vida. 

Siempre estás mirando más allá 
de las aún frías colinas, 
bajo la protección de aquel parado a tu espalda. 

Aquí las tierras son silenciosas, 
pero tu arpa en la mañana, 
acaricia las almas vivientes, 
todos escuchan de ti. 

Tus castaños y oscuros cabellos, 
danzan con el viento, 
lo seducen enamorándolo, 
con tu bella melodía, 
aquella que él llevará, 
por siempre donde quiera que vaya. 

Tu canción vuela, 
por las nevadas montañas, 
por el azul y profundo charco de peces
aquél que está a tu lado, 
bajo la loma del rey azulado. 

Aquel rey que con sus hojas caducas, 
te da la sombra, 
amor de un árbol a tu lado. 
Pero intranquila estás en espera 
del desprecio que siente tu corazón por el hombre 
que esperas que no regrese, 
sólo pides que la guerra se lo haya llevado, 
pero esperando estás que la muerte pise tu lecho, 
tu hogar, aquellas praderas de los juegos de tus niños. 

Horroriza tu rostro la idea 
de algo que tal vez nunca pase
pero no puedes escapar de tal. 

Opción no tienes, pedir su poder mágico 
marchar al reino entre los señores arbolados 
pedir su suerte y protección 
que jamás regrese de su profesión. 

Pero ellos no pueden aceptar, 
aceptar tu petición 
el destino lo ha querido así. 

En una oscura frustración, 
te ahogas en el miedo, 
la rabia consume tu espíritu bello mujer, 
los árboles piden que te marches. 

Tu odio marchita a quien tienes a tu lado 
que siente temor de ti 
temor por ti, 
al ver que tus cabellos oscuros,
se tiñen de grises ancianos, 
tu bella piel se arruga en jóvenes peldaños de la vida, 
como la corteza de quien 
sostuvo tu espalda en días del ayer. 

Eres la mujer que tus retoños no anhelan, 
tus niños ya no juegan alrededor, 
tu ya no tocas el encordado para mí 
el arpa ya no suena, 
las laderas extrañan de ti blancas de luto, 
el viento ya no ha vuelto a rondar estos lugares. 

Te veo partir, y te vas y me dejas, 
el miedo fue quien devoró tus años en tristeza, 
él nunca volvió, sin embargo siempre le esperaste 
una mala jugada de la vida y el pensamiento. 

Sólo ahora descansas bajo mis pequeñas y azules hojas 
bajo aquella fúnebre tierra, entre mis raíces, 
bajo aquel manto rosado de mis hojas, 
bajo tu ciruelo. 


Del libro del autor: Tierra silenciosa 
Jeremías Vergara 
San Martín de los Andes, Neuquén, Argentina


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El pasado nos acompaña en el presente y lo hará en el futuro. No podemos cambiarlo pero sí intentar que ese pasado no se convierta en un problema sin resolver, o al menos aprender a sobrellevarlo.
Julia Navarro

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