lunes, 30 de septiembre de 2024

Fernanda Andriole


Mirando la tarde caer, 
veo las golondrinas aquellas pasar, 
y siento extrañas sensaciones dentro de mí: 
mezcla rara de nostalgia y soledad. 
Jugando a ser violín, robo la nota 
que lenta busca escapar de su guarida, 
porque quiere huir del sentimiento 
que la hace prisionera.
Mirando en la noche fría 
los dibujos que allá, en la oscuridad, se crean, 
persigo fantasmas del ayer que me lastiman, 
y pinto tu nombre en el vacío. 
Cada letra me roba mil suspiros, 
cada letra me clava algún puñal. 
Luchando con la terrible tempestad de tu ausencia,
te pienso. Y el pensamiento, 
como torrente embravecido, 
viene a naufragar todas mis barcas. 
Y el alba, siempre el alba, 
una vez más me despierta 
del sueño de tenerte cerca y sentirte. 


           *   *   * 

No digas nada, solo déjame perderme en el silencio de la tarde 
Solo déjame… 
déjame aturdirme con el canto de la alondra 
necesito buscarte en el misterio del paisaje 
No digas nada, tengo los ojos cerrados por la espera 
pero sé que volverás algún día! 
Ya los pájaros conocen mi lamento, 
si hasta los árboles lloran tu ausencia. 
Déjame dormir que otra noche letal llega, 
y descalza me recuesto en tus praderas. 
Déjame esperarte aquí, hasta que el olvido me sorprenda. 


           *   *   * 

Como blancas golondrinas emigran las palabras de mi alma 
Buscando un nido que calmar pueda 
El frío del invierno que el dolor engendra 

Como pétalos de rosas, uno a uno se van deshojando los recuerdos 
Y todos caen cual si fueran dardos sobre mi ser confundido y solitario 
Y también escucho en la lluvia los estruendos del pasado 
Y cada gota azota mi cuerpo y trae remembranzas de aquel desengaño 

Como blancas golondrinas vuelan mis pensares con la fantasía 
Llevando en su plumaje el rocío de la melancolía 
Y una tras otra vienen a posarse 
Sobre mi endeble corazón que aún no te olvida 


           *   *   * 

Mirando el alba recuerdo aquel otoño y la gris vestidura que trae al llegar 
Recuerdo las tardes vacías y aquellas pobladas de risas que no volverán 
Escucho el murmullo de voces lejanas, de gente querida que ya no está. 
Cómo entender el paso del tiempo, cómo entender la angustia 
Que siempre presente está. 
Juego al ajedrez con el ocaso pero no le puedo ganar 
Pues siempre tiene una jugada crucial 
Vivir es un constante rodar 
Y aunque sepa que ya todo se va 
Yo voy andando, saltando por la vida 
Entre espinas y dardos 
Entre alegrías y fracasos 
Pero siempre acompañada de arlequines y guiñapos. 


           *   *   * 

Cuando ya no puedas pronunciar una palabra 
y el silencio de tu alma te carcoma 
Busca en tu corazón ese torrente 
que alguna vez te fue tan necesario 
y ahí entenderás lo que es la vida 
De nada sirve culpar a la mala suerte 
pues nosotros solo dibujamos el camino 
Ya no quiero que la miseria del hombre nos ultraje 
la tibieza del pájaro que canta 
Ya no comprendo a la guerra que nos divide y que nos mata 
Si tan solo los cañones se convirtieran en guitarras 
Cuando ya no puedas engendrar esa quimera 
que nada en el vaho de la idea, piensa en el rocío que moja 
a la rosa en la mañana y con cada gota 
va pintando el alba. 
Y ahí entenderás que es preciso escribir lo que subyuga el pensamiento 
cuando la musa mortal y contundente cae como flecha en uno mismo. 


Fernanda Andriole 
Inriville, Córdoba, Argentina

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