lunes, 30 de septiembre de 2024

Editorial


con voz propia Nº 137 

Revista literaria 

Octubre 2024 


Propietaria – Editora – Directora: Analía Pascaner 
Publicación creada en noviembre de 2006 
Distribución y publicación gratuitas 
ISSN 2314-0275 




No tenemos otra opción que la de vivir, y puesto que es la única que tenemos, lo haremos de la mejor manera posible. 
Julia Navarro 




Llorar 

Fue en la selva, en la amazonia ecuatoriana. Los indios shuar estaban llorando a una abuela moribunda. Lloraban sentados, a la orilla de su agonía. 
Un testigo, venido de otros mundos, preguntó: 
-¿Por qué lloran delante de ella, si todavía está viva? 
Y contestaron los que lloraban:
-Para que sepa que la queremos mucho. 

Eduardo Galeano 
Montevideo, Uruguay. 1940-2015 




En tiempos difíciles lleva algo hermoso en tu corazón. 
Blaise Pascal 


Revista literaria con voz propia 
ISSN 2314-0275 
Propietaria: Analía Pascaner 
San Fernando del Valle de Catamarca 
Catamarca – Argentina 

Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 


Quizás la solución pasaba por llenar mi vida con otros afectos en vez de seguir lamentando los perdidos. 
María Dueñas


Autores publicados


¿Cuándo dejas de ser inoportuno? ¿En qué momento de la vida te callas para ponerte a escuchar? 
Sergio del Molino 

con voz propia Nº 137
Revista literaria 
Octubre 2024 

Autores publicados en esta edición

Jeremías Vergara 

Autores publicados desde inicios de la revista con voz propia
https://revistaconvozpropia-autorespublicados.blogspot.com.ar/
 
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 


Revista literaria con voz propia
Publicación y distribución gratuitas
ISSN 2314-0275 
Propiedad, dirección y edición: Analía Pascaner

Andrés Bohoslavsky

El nacimiento de un poema

En dirección opuesta a lo que los dogmas literarios ordenan 
-llevar instrumentos de cirugía al quirófano de la poesía- 
Yo voy a otro lugar, más parecido a un infierno que a una clínica 
donde el silencio no es salud sino muerte 

saco mis instrumentos: martillos cinceles barretas detonadores 
me sumerjo en el útero de las palabras 
ahí donde nadie se atreve, porque entrar 
es irse un poco de este mundo

actúo rápido para impedir que muera el poema 
sacarlo a la luz 
esperando que cuando apoyes la cabeza en la almohada 
esas palabras, ahora vivas, griten algo dentro tuyo. 


Vladimir, el astronauta que la historia prefirió olvidar 

Cuando bajó Neil Armstrong a la luna 
yo ya lo estaba esperando impaciente, con los tragos 
y la comida que había preparado mamá 

también llevaba en la valija 
un suéter por si refrescaba, una camisa de vestir 
por si filmaban 
y un poco de dinero para que la llame 
para que avise cómo había llegado, cómo había sido el viaje

éramos muy amigos 
nos habíamos conocido en el Italpark 
creo que ahí despertó su vocación de astronauta 
y mi pasión por los laberintos 

así que cuando las cámaras no enfocaron 
charlamos un rato de nuestras cosas 
como en los viejos tiempos 
luego recogimos los envases, las bolsitas de aceitunas 
y nos despedimos 

a Neil le gustaba escribir y era un poco bohemio 
teníamos planes fantásticos 
entre ellos en el lado oscuro de la luna 
en una parcela no muy grande 
construir una cabaña con un jardín 
al cual podrían venir nuestros amigos y quedarse cuanto quieran 

pero luego el mundo cambió demasiado
nuestra idea no avanzó, nunca habrá poetas en la luna 
ni podrás venir a nuestro jardín a escribir 
ni a mirar la tierra. 

Será por eso que Neil se hundió en el alcohol 
y a mí no me gusta mirar el cielo. 


El espejo de Sara 

Tenía ocho o nueve años, pero ya era un racionalista 
será por eso que cuando rompí el espejo de mamá 
escuché sus insultos riéndome 
más aún cuando habló de los malos presagios 
de los siete años de desgracias 
en casa, las cosas siempre andaban mal 
desde que recuerde, sin necesidad que se rompiera nada 
me hizo reír todo el día 

a los pocos días pasó lo de papá
luego, mi hermana Valeria falleció en Londres, 
en un atentado del IRA 
Patty desapareció en los 70’s 
a Jaime lo electrocutó la licuadora 
y Fabio partió rápido por una inocente picadura de avispa 
pensé que era solo una mala racha, que todo terminaría pronto 

pero luego cayeron otros: 
la tía Irma en un choque 
al tío León se lo cargó la triple A 
mi primo Iván murió en Moscú 
mamá dice que fue una pulmonía 
pero sé que fue el cuchillo de un marido excesivamente celoso 
un insensible y egoísta 
y así el paso del tiempo se llevó al resto de la familia 

claro, que de este suceso pasaron más de cincuenta años 
solo un tonto pensaría en él 
ayer fue su cumpleaños noventa y tres 
realmente la pasamos fantástico 
preparó una torta exquisita
tan simple y cariñosa como siempre 

la vida fue cruel con ella
como si un experimento del mal 
hubiese caído sobre su persona 
y pensé que no mereció quedarse tan sola. 

Creo que la sorprendí, no fue fácil conseguir un espejo igual 
tendrías que haberle visto la cara cuando se me cayó. 


Una visión en altamar 

Un catálogo extraño, artificios no-poéticos 
una visión apasionada 
el salto del mito al logos 
y ahora un puente al misterio 
al principio era el verbo 
pero hoy no, hoy detuvimos el proceso 
el desierto, el silencio quieto 
la civilización de sabios consejeros 
de una teología más oscura que nos dice: estás loco 

este estúpido problema llegó demasiado lejos 
pondrán un hiper en el monte de los olivos 
un drugstore metafísico, capillas de evasión 
grilletes en mis pies para vender cómics 
serigrafías acuarelas poetas envasados 
latitas con pedacitos de Kafka o de Rimbaud. 

Serán baratas, salvo que quieras un frasco de Dios para coleccionar. 


Del libro del autor: Margot, la prostituta que leyó a Bakunin y otros poemas. Prólogo de Sergio Rigazio. Colección Poesía Mayor. Leviatán, 2019 

Andrés Bohoslavsky 
Argentina 

La soledad es peligrosa. Es adictiva. Una vez que te das cuenta de cuánta paz hay en ella, no quieres lidiar con la gente.
Carl Jung

María Cristina Noguera

            Vibrar en los versos 

El camino que recorren 
abriga momentos mágicos 
deletrea estampas de paraísos 
pinta las melodías del mundo. 
Cada palabra 
transita caminos abiertos 
vuela en días placenteros. 
Las alas del poema 
recorren tormentas 
a veces cielos serenos. 


       *   *   * 

Sobrevivir el invierno 
con ausencias de caricias
con nada de besos tiernos 
ni siquiera con primaveras. 
Sobrevivir el invierno 
sin violetas, ni azucenas 
volar unos pocos sueños.
Cuando llegue el amor
le diré adiós al frío invierno 
sembraré los jardines del alma. 
Mañana cuando llegues 
vibraré en tus versos. 


       *   *   * 

La mañana se abre 
enciende su lámpara. 
Los sonidos aletean 
entre pájaros y voces. 
El sol pinta el amarillo 
el reloj teje un día más. 
Abrir los sueños en el vuelo. 
Disfrutar hierbas dulces 
desechar las amargas. 
Decorar la piel anochecida 
con collares de jazmines. 
Las horas del día 
son tatuajes deletreados. 
Luego, la noche viste el silencio. 
Aquietar un rato el vuelo 
encender los recuerdos. 


       *   *   * 

Esta casa que habito
tiene el color del silencio. 
Esta casa que habito 
es una taza de leche tibia 
es una guarida, un refugio 
solo vibran los versos. 


       *   *   * 

Encender el alma 
Apagar los miedos 
Nacer en las palabras 
Hablar con los sueños 
Construir la paciencia 
Aquietar el infierno 
Pintar rostros queridos 
Borrar los que duelen
Nadar en la esperanza 
Flotar en la turbulencia 
Remontar la alegría 
Volar como gaviota 
Vestir bellos zafiros 
Bailar la danza intrépida 
Es transitar el viaje
es vivir en los versos. 


       *   *   * 

Duelen los escombros 
el humo huele a sangre 
el dolor llora en el poema. 
Ayer vivimos un cielo
tanta muerte los últimos días. 
Así fue aquel amor 
un ramo de esperanzas 
luego, una llanura vacía. 


María Cristina Noguera 
Nació en Rosario, Santa Fe. Reside en Pergamino, Buenos Aires, Argentina

En algún lugar de mi cabeza hay una puerta y cuando se abre, entran por ahí los sueños.
Anne Jacobs

Luis Carlos Fallon Borda

Quise copiar del viento 
sus palabras, 
y del agua su voz, 
y pedirle prestado 
sus arrullos de seda 
al ruiseñor; 
mas tan dulces 
criaturas amorosas 
supieron del dolor 
de mis versos heridos 
por tu ausencia; 
y respondieron: ¡No! 


      *   *   * 

¡Hoy no quiero soñar! 
tampoco quiero 
tentar el corazón
con fantasía; 
¡tengo prisa en las noches 
de mi invierno! 
¡tengo prisa en las horas 
de este día! 
Hoy prefiero sentir, 
sorber tu aroma 
deleitarme al calor
de tu regazo; 
tenderme en 
tu silueta de paloma, 
sin límite en 
el tiempo de tu abrazo. 
Mi bien, … hoy llevo prisa, 
el viento asoma, 
y anuncia ya, 
la estrella del ocaso. 


      *   *   * 

¿Adónde se habrán ido todos 
los que estaban 
anclados a la vida? 
¿Adónde se han marchado? 
¡Nunca regresarán! 
aunque siempre
imaginen, 
que jamás partieron! 


      *   *   * 

Los viejos 

Los viejos nos vamos 
transformando 
en seres muy distintos; 
un tanto diferentes 
a todos los demás; 
caminamos despacio 
por un corto camino; 
hemos vencido 
el miedo de no 
saberlo todo, 
y al intuir la vida,
ganamos el tesoro 
de comprender lo justo, 
lo sabio y lo prudente 
para vivir en paz! 
Ya no tenemos metas 
de acumular riqueza, 
ni aceptar viejos retos, 
en vanas competencias 
de un ego desafiante 
que constriñe a triunfar! 
Hemos pagado un precio: 
Logramos el secreto 
de una clara certeza; 
sabemos que en 
la vida solo existe
el instante, como 
una breve escala, 
que invariable conduce 
de la conciencia humana 
…a un regio despertar! 
Ya poco nos importan 
las dudas, los prejuicios, 
ni el poder o la fama; 
lo asimilamos todo,
no nos sorprende nada, 
traiciones, artificios 
desengaños; 
la intrusa soledad 
o el abandono, 
porque hemos comprendido, 
que solo nos aguarda 
la experiencia final, 
de un tiempo esplendoroso, 
un tiempo exacto, 
quizás un poco corto, 
de entretejer más sueños, 
para vivir y … amar!


Luis Carlos Fallon Borda 
Poeta nacido en Colombia. Reside en Miami, Florida, EEUU 

El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad.
Gabriel García Márquez

Luis Alberto Serrano

Los cuentos del mastuerzo 

   Recuerdo la frase de mi abuelo: “eres más fresco que mastuerzo en verano”. En los años del exilio, trabajó muchos años en las plantaciones del sur de México y, cada cierto tiempo le mandaba una carta a mi abuela, en la que, con su caligrafía exquisita y sus dotes literarias, le relataba un cuento con esa planta como protagonista para que me lo leyera por las noches. Cosa que la Yaya hacía con emoción. Y así pasaron los años en los que crecí aprendiendo de esas motivadoras historias. Nunca conocí a mi abuelo en persona, pero a través de sus escritos, considero que es la persona que más me ha enseñado en esta vida. 
   Tuvo que dejar su Firgas natal por motivos políticos. Nunca más volvió, como muchos, aunque mi abuela siempre le esperó. Alguna noticia nos llegó de que una hondureña le había robado el corazón y no supimos más de él. Un día dejamos de recibir noticias y no hubo más cartas. Hace unos años y, aunque parezca increíble, a través de mi nieto que estaba haciendo un trabajo que le encargó la maestra en el colegio, me enteré de que el mastuerzo es el berro nuestro de toda la vida. Ese que él me ayudaba a cortar en temporada para nuestras ensaladas. Le hablé de los cuentos del “abuelo de América”, como le llamamos en esta familia todavía y me propuse hacer crecer al niño, con esos relatos con los que él me lo hizo a mí. 
  Busqué las cartas que mi abuela me cedió poco antes de dejarnos. Las había conservado en una caja en la que se podía ver un corazón, desgastado por el tiempo, en la tapa superior. Una por una, y con lágrimas en todas, fui releyendo esos mensajes postales, viendo la única foto que conservábamos de él. Y decidí reescribirlos cambiando la palabra “mastuerzo” por la de “berro”, para que lo entendiera y lo ubicase mejor. Y esos conocimientos pasaron de la imaginación de mi abuelo a la traducción que le hice a mi nieto. 
    Esta semana fue mi setenta cumpleaños. Se juntó toda la familia. Pocos, porque nunca hemos sido de tener muchos chiquillos, pero al llegar el momento de los regalos todos estaban expectantes por ver mi reacción. Un paquete perfectamente envuelto. Parecía un libro. Lo abrí y no pude contener la emoción. En la portada una foto de mi abuelo y mi abuela juntos. No la había visto nunca y no sé cómo la consiguieron. Mi nieto había organizado todos los cuentos que yo le traduje de mi abuelo y los había “destraducido” para que fueran fieles al original de las cartas. Y en la portada rezaba su título: “Los cuentos del mastuerzo”. 


Luis Alberto Serrano 
Islas Canarias, España 

Lo que más deseaba: ser capaz de guiar el rumbo de los recuerdos y no caer en las trampas que éstos tendían a menudo.
Luis Sepúlveda

Frans Gris

Tango del abandonado 
“Si supieras que aún dentro de mi alma 
Conservo aquel cariño que tuve para vos” 
La Comparsita - G. Matos Rodríguez 

Se te enredan las notas 
                            como piernas 
                                         al vacío de las sábanas 
y se pierden 
          Son alaridos de sirenas 
                                      o silencios 
entre cuerdas de guitarras 
                              o gemidos de amor ausente 
Hay chasquidos de violines  
                              rotos contra la luz de la farola 
                                  que te agobian 

Resbalan tus pies 
                     (oscuras notas 
                                  en el pentagrama de la niebla) 
                     
                    Recuerdas 
Sus manos en tu espalda 
                           en espiras de luz 
                                     quiebres de azucenas 
y la dejaste ir 
               Así canta el duro tango
                                         del amor abandonado 
la comparsa vagamunda 
                    a la sombra de los muros de Pompeya  

Te desgranas en la espera 
y no eres más que un viejo puerto 
                                           entre dos luces 
                    no eres más que un barco abandonado 
cruzando nieblas con nombres de mujer 

Y vuelve la comparsa a cantar el viejo tango 
                                                apoyada en la farola 
en la esquina turbia de aquel barrio 
Entre esas notas la noche te llama y tú regresas 
con las piernas y la cintura rotas
Eres el ritmo y la prosa del río 
arrastrando los inviernos 
                 por la frente y por las manos de la que no volvió 

Sabes que aún dentro de tu alma 
                                    Guardas el recuerdo” 

Y la ausencia se aposenta 
en los pliegues de tus brazos 
y vuelves arrastrando un saco de palabras y de pasos 
que no son más que sombras de las notas 
de aquel viejo tango y por el barrio ajeno 
                               en la madrugada y por las calles 
algo como lluvia amarga 
                  te resbala pecho adentro. 

Versión de julio de 2008 
Julio 2008-2007-1997 

                     *   *   *

Sabes? 
                    A mi hermano Cristián 

Sabes? Por primera vez 
                                en mucho tiempo 
se doran cubos de memorias en las añoranzas del brasero 

En minúsculos besos rojos el carbón despierta 
al Tiempo 
          que echado junto al fuego reposa días 
Y viejos fríos 
          enredados en las memorias punzantes de los huesos
llaman a las ventanas de los ojos turbios 

Contamos 
               dedo a dedo 
los asientos y faltan las sombras de los padres 
que nunca fueron o pudieron ser 
Y los hijos que ya no serán 
o no quisieron ser o no quisimos 

El beso verde del mate nos retrae 
hasta el hoy y nos acuna para espantar el nuevo frio 
y con su pulcra servilleta limpia de lloviznas
                  labios
                        ojos 
                            y fechas esparcidas por los muros 
Sabes? 
Te abrazo, 
           es ya casi noche y menos amargo el frío 


Frans Gris 
Los Troncos, La Cisterna, Santiago de Chile 

 En el amor y en la guerra todo vale, menos arrastrarse. En la guerra se muere de pie y en el amor se dice adiós con dignidad.
Charles Bukowski

Marcelo Valenti

Con modales de venganza, 
la lluvia 
viste al jardín 
de jirones suntuosos. 
Las hojas se ciñen joyas feroces. 
Cada flor, 
perdida de sí, 
deviene una ausencia 
que se desvanece en el aire. 


   *   *   * 

Me oculta que ciertas áreas del jardín
sólo cobran sentido por la noche.
Sabe que, 
a ciertas horas, 
se arrojaría sin titubeos a los rosales, 
que tienen la prerrogativa intemporal
de ser las perfumadas velas de los senderos. 


   *   *   * 

Un día, 
el fantasma se cansó 
de los signos. No más 
golpes, temblores 
ni finísimos 
estallidos de un aire 
delicadamente helado.
Se sentó a la mesa 
e inició el cuento
sobre la eternidad, relegándome, 
sin límites, a la escucha. 


   *   *   * 

Escribo sin pausa, 
renglón tras renglón, 
el nombre de la forma 
fetichizada del mal. 
Y como un 
mantra lo repito 
en susurros, 
como si, 
en la reiteración, en 
permanecer 
expuesto a sus emblemas, anulara 
sus efectos, desanudara 
el miedo. Trucos, para que 
esa palabra nunca me lastime.

 
   *   *   * 

Acordamos bajo el sol los gestos tutoriales 
para esta casa débil, 
tambaleante, que abandono 
con guardianes que se resisten a serlo. 


   *   *   * 

Una pausa prudencial, 
un grito sin testigos 
y al fin 
el fluir sin 
límites 
hasta alcanzar colores 
asombrosos. 
¿Cuestión de persistencia? 


Poemas del libro del autor: Espejo jardín, 2010 

Marcelo Valenti 
Rosario, Santa Fe, Argentina

Cualquiera puede mirarte. Pero muy pocas veces encuentras a alguien que ve el mismo mundo que estás viendo tú.
John Green

Agustín Serrano Santiesteban

Una sombra difícil que regresa 

Hay un amor distante que atraviesa
con paso incierto los sitios del olvido. 
Hay un hombre en la calle detenido, 
una sombra difícil que regresa. 

Hay un rumor de alcobas, un gemido 
que asalta la quietud de las aceras; 
hay mariposas de otras primaveras, 
un verso hostil, un cielo dividido. 

Se extraviaron mis huellas en el lodo; 
el incendio ancestral de mis veranos 
es una sombra fría y no hallo el modo 

de que puedan salvarme los humanos. 
En mis manos estuvo el amor todo 
y todo se me ha ido de las manos.* 

*Nota del autor: En negrita los versos de José García Nieto


Para mirar atrás

Está permitido recoger los cristales 
apoderarse de un color cualquiera 
la caricia del tiempo nos taladra 
y es imposible detenerse 

Somos un conjunto de sueños 
de figuras que pasan sin descanso 
y el espejo no acepta la mentira 
cuando la tarde es ya el anochecer 

El cielo estalla en nuestras manos 
y recogemos en silencio los cristales 
buscando ansiosos un color adecuado 
para mirar atrás por un segundo. 


A veces somos marionetas* 

                A veces cuando estoy muy viejo 
                me da por levantar el ancla. 
                Frank Delgado 

A veces cuando estoy muy viejo 
me hacen temblar las nubes grises 
y sorprendo a mis versos infelices 
mirando de revés algún reflejo. 
A veces nos engaña un falso espejo 
y la verdad se arroja a la barranca. 
A veces escasea la mano franca, 
el pan, los peces, los profetas. 
A veces, brother, somos marionetas 
que el viento del otoño cruel arranca. 

*Finalista en Certamen de Poesía ‘Reloj de sol’ 


Apuntes sobre el concepto de horizonte* 

Algunos pensaron que el horizonte 
estaba en los límites geográficos de la isla, 
que el horizonte era la línea metafórica 
que confundía la tierra y el cielo. 
Algunos pensaron que el horizonte 
siempre se situaba detrás del mar 
que horizonte y exilio eran sinónimos 
Pero nunca supieron que los hombres
tenemos el horizonte en el cerebro. 

*Mención en Certamen de Poesía ‘Noviembre’ 


Amanecer 

Rompe el alba, la mañana 
hiere de luz al rocío, 
despierta el cielo en el río 
y sonríe la sabana. 
Vuela la garza, engalana
con sus alas el paisaje. 
Huye el último celaje 
en el abismo del cielo 
y con invisible vuelo 
el día inicia su viaje. 


Poemas tomados de la página del autor

Agustín Ramón Serrano Santiesteban 
Holguín, Cuba 

Si sueñas y crees en los sueños corres el riesgo de querer lograrlos.
Abel Albino

Katy Herendi

Usted no olvidará 

  Usted nunca olvidará lo que hizo. Manotea el interruptor en la oscuridad. Ese maldito sueño lo va a enloquecer. Lo sabe. Lo va a enloquecer. Un sorbo de agua. Cierra los ojos pero la escena vuelve a repetirse igual. Todo es idéntico. La secuencia no tiene fin. Alguien tiene el comando de su cerebro. Usted nunca olvidará lo que hizo. El sueño lo vence, usted tiembla. No quiere dormir más. Le toca temblar. Se duerme. Sueña. 
    Sueña. 
  Usted la mira. Allí donde duerme, la sábana ha tomado el movimiento involuntario y sinuoso que, en el sueño, el cuerpo ha dibujado. Su cuerpo en el relieve de las sombras. La voz de la mujer desconocida aún vaga en los arcanos túneles de su mente. 
  ¿Se ha enamorado alguna vez? 
  Es como un hilo de bruma su voz. Lo rodea. ¿Se ha enamorado alguna vez? A usted se le repite la pregunta, la voz de ella, una vez y otra. La voz insiste. En el sueño vuelve su mirada al mar, a lo que apenas ve del mar a estas horas. 
  ¿Se ha enamorado alguna vez? 
  La oscuridad, el sonido de las olas que se repliega entre las cosas dispersas del cuarto, la bruma que se levanta sobre el agua, todo, se quiebra por la pregunta que se repite. Y usted quiere hacerle daño, que su voz no vuelva a hacer la maldita pregunta; morderle la boca para que su silencio sangre. 
  ¿Se ha enamorado alguna vez? 
  Imagina empujarla allí, al balcón, y luego sin más que se esfume en el aire, que se la lleve el viento, que desaparezca con una oscilación ligera en la profundidad del mar. Imagina que ella toca el agua al caer, que quizás lo salpique el sonido tenue y húmedo de la pregunta impertinente; las palabras que ha unido para soltarlas juntas en el hueco seco que usted tiene en lugar de corazón. 
  Se despierta. Alguien tiene el comando de su cerebro. Ese maldito sueño. Un sorbo de agua. Manotea el interruptor en la oscuridad. Ve que está solo. Cierra los ojos. La escena está pegada a su retina. Todo idéntico. El cuarto es blanco. El cuarto sin ventanas. La secuencia de escenas. Alguien tiene el comando de su cerebro. Usted nunca olvidará lo que hizo. El sueño lo vence, usted tiembla. Le toca temblar. Sueña. Alguien tiene el comando de su cerebro. Usted nunca olvidará lo que hizo. Usted nunca olvidará lo que hizo. Usted nunca olvidará lo que hizo. 


Katy Herendi 
Pilar, Buenos Aires, Argentina

Una palabra y todo se pierde. Una palabra y todo se salva.
André Breton

Ángela Reyes

Fantasmas de mi infancia 

SI nadie olvida un muerto bajando por el río, 
un muerto sin amortajar / haciéndose amigo de las aguas, 
¿por qué tendrían que olvidarse de ella / 
que venía bajando por la calle 
con sus aguas tan blancas y bruñidas, / 
diciéndoles a todos que era puta, que era mujer sin luna, / 
una mujer de noches muy lluviosas? 
En su propia corriente fue feliz / 
coleccionando hombres que escondía 
muy dentro de sus medias, / 
donde la luz de la muchacha es triste. 
¿Quién olvida un entierro bajando por el río? / 
¿Quién se olvida de una mujer
disuelta entre las brumas de los anocheceres, / 
untada con la brea de viejos marineros, 
envuelta en el dulzor de la llovizna / 
que algunos, casi niños, dejaban por su cama? 
A todos ellos tuvo, / mas nunca por dinero, tampoco por amor; 
los tuvo porque quiso / y para compartir la miel de la palabra 
y el migajón de la ternura. 


Carméndula 

POCO importa que tu cabello, 
a la hora de amarme, 
no tenga la negrura de la noche. 
¿Qué haría yo con tanta oscuridad? 
Tampoco necesito que tus axilas huelan 
a ciudad invadida por el agua, 
ni que tu boca al succionarme 
me eleve al agujero negro donde reside Dios. 
Solo te pido que después de amarme 
toques el piano lentamente y que tu música me llueva 
muy dentro de la piel mientras me peino. 
Cierra la puerta y ven conmigo 
aunque no tengas una incendiada lágrima 
que ofrecer a mis ojos. 


La niña azul 

TENÍA la muchacha la piel tan fallecida 
que al besarla 
creí rozar el labio de la mar. 
Sobre el lecho llevaba varios días inerte,
con las piernas muy juntas, 
cuidando que nadie conociera el lugar 
en donde siempre tuvo una luz encendida. 
Y sin embargo, 
yo supe que lloraba muy dentro de su muerte; 
la niña se negaba a seguir muriendo. 
Supe, porque su cuerpo olía a cedro no abatido, 
que muchas veces vino al hoy de su cama a recoger 
el último calor del cuerpo. 


Poemas pertenecientes a los siguientes libros de la autora: 
Fantasmas de mi infancia. Madrid, 2011. Huerga y Fierro Editores 
Carméndula, Premio ‘Blas de Otero’ 2000. Asociación de Escritores y Artistas españoles. Ayuntamiento de Majadahonda, Madrid, España 
La niña azul (plaqueta). Premio ‘La Roda’ 1991. Ayuntamiento La Roda, España 

Ángela Reyes 
Nació en Jimena de la Frontera, Cádiz. Vive en Madrid, España 

Acaso sólo se trate de encontrar, siguiendo el rastro de algunas palabras, los caminos que nos amplíen la mirada y el corazón.
Alejandro Álvarez Durante

Fernanda Andriole


Mirando la tarde caer, 
veo las golondrinas aquellas pasar, 
y siento extrañas sensaciones dentro de mí: 
mezcla rara de nostalgia y soledad. 
Jugando a ser violín, robo la nota 
que lenta busca escapar de su guarida, 
porque quiere huir del sentimiento 
que la hace prisionera.
Mirando en la noche fría 
los dibujos que allá, en la oscuridad, se crean, 
persigo fantasmas del ayer que me lastiman, 
y pinto tu nombre en el vacío. 
Cada letra me roba mil suspiros, 
cada letra me clava algún puñal. 
Luchando con la terrible tempestad de tu ausencia,
te pienso. Y el pensamiento, 
como torrente embravecido, 
viene a naufragar todas mis barcas. 
Y el alba, siempre el alba, 
una vez más me despierta 
del sueño de tenerte cerca y sentirte. 


           *   *   * 

No digas nada, solo déjame perderme en el silencio de la tarde 
Solo déjame… 
déjame aturdirme con el canto de la alondra 
necesito buscarte en el misterio del paisaje 
No digas nada, tengo los ojos cerrados por la espera 
pero sé que volverás algún día! 
Ya los pájaros conocen mi lamento, 
si hasta los árboles lloran tu ausencia. 
Déjame dormir que otra noche letal llega, 
y descalza me recuesto en tus praderas. 
Déjame esperarte aquí, hasta que el olvido me sorprenda. 


           *   *   * 

Como blancas golondrinas emigran las palabras de mi alma 
Buscando un nido que calmar pueda 
El frío del invierno que el dolor engendra 

Como pétalos de rosas, uno a uno se van deshojando los recuerdos 
Y todos caen cual si fueran dardos sobre mi ser confundido y solitario 
Y también escucho en la lluvia los estruendos del pasado 
Y cada gota azota mi cuerpo y trae remembranzas de aquel desengaño 

Como blancas golondrinas vuelan mis pensares con la fantasía 
Llevando en su plumaje el rocío de la melancolía 
Y una tras otra vienen a posarse 
Sobre mi endeble corazón que aún no te olvida 


           *   *   * 

Mirando el alba recuerdo aquel otoño y la gris vestidura que trae al llegar 
Recuerdo las tardes vacías y aquellas pobladas de risas que no volverán 
Escucho el murmullo de voces lejanas, de gente querida que ya no está. 
Cómo entender el paso del tiempo, cómo entender la angustia 
Que siempre presente está. 
Juego al ajedrez con el ocaso pero no le puedo ganar 
Pues siempre tiene una jugada crucial 
Vivir es un constante rodar 
Y aunque sepa que ya todo se va 
Yo voy andando, saltando por la vida 
Entre espinas y dardos 
Entre alegrías y fracasos 
Pero siempre acompañada de arlequines y guiñapos. 


           *   *   * 

Cuando ya no puedas pronunciar una palabra 
y el silencio de tu alma te carcoma 
Busca en tu corazón ese torrente 
que alguna vez te fue tan necesario 
y ahí entenderás lo que es la vida 
De nada sirve culpar a la mala suerte 
pues nosotros solo dibujamos el camino 
Ya no quiero que la miseria del hombre nos ultraje 
la tibieza del pájaro que canta 
Ya no comprendo a la guerra que nos divide y que nos mata 
Si tan solo los cañones se convirtieran en guitarras 
Cuando ya no puedas engendrar esa quimera 
que nada en el vaho de la idea, piensa en el rocío que moja 
a la rosa en la mañana y con cada gota 
va pintando el alba. 
Y ahí entenderás que es preciso escribir lo que subyuga el pensamiento 
cuando la musa mortal y contundente cae como flecha en uno mismo. 


Fernanda Andriole 
Inriville, Córdoba, Argentina

Cuando todos los días resultan iguales es porque el hombre ha dejado de percibir las cosas buenas que surgen en sus días cada vez que el sol surca el cielo.
Paulo Coelho

Aníbal Malaparte

No lo sé 

Si no sé explicar lo que siento, 
¿cómo voy a ser capaz de decirte cuando vuelo y me estrello? 
Si no sé lo que vas a decirme, 
¿cómo quieres que dispare a los relojes? 
Si no sé lo que vas a hacer, 
¿cómo quieres que cante un blues sobre el daño que me hicieron tus caricias? 
Y si no sé porqué tú y tus porqués 
¿cómo quieres que no tema tus restos, tus rastros, tus rostros? 
Y ahora que eres mitad verso y mitad cuchillo, 
¿quién te llorará en mis noches bolcheviques? 


La torre de marfil 

Existe un selecto club de intelectuales 
que siempre encuentran 
la forma de ser revolucionarios 
sin acercarse jamás, ni remotamente, 
al peligro de la revolución. 
Claro, ésta siempre se encuentra inaccesible, 
muy lejos de sus cubículos,
la encuentras en el tercer mundo, 
o el tercer mundo del tercer mundo, 
(tampoco es que importe dónde te encuentres 
siempre puedes mencionar un sitio 
donde todo está peor, mucho peor). 
La revolución está en Rusia, España, 
China, Vietnam, Argelia, Palestina, 
Cuba, Angola, Nicaragua, 
El Salvador, Chiapas, 
Kurdistán. 
En cierta forma tienen razón, 
la revolución se encuentra en cualquier sitio 
donde no estén ellos. 


Carta de despedida #3 

Sé que lo eterno puede ser abrumador 
así que te propongo lo siguiente: 
prometo amarte, perpetuamente, 
el tiempo que te tome 
leer estos versos.


Aníbal Malaparte 
Xalapa, Veracruz, México 

La vida se vuelve más difícil, las circunstancias nos separan, las decisiones marcan nuestro destino, pero tu corazón nunca dejará de mostrarte el verdadero norte.
Kristin Harmel

Maikel Sofiel Ramírez Cruz

Alimento para peces 

Las iglesias hablan de la salvación, 
y la gente reza y pide cosas en silencio, como los peces. 
Carlos Varela 

Alguna vez fui un pez 
Un goldfish que se paseó ufano por el riachuelo 
Alguna vez fui un pez que se apareó en la orilla 
Allí donde el agua es apacible copulé con tantas hembras que perdí la cuenta 
Y nadé contra la dócil corriente o me dejé llevar por ella 
Un día un chico se detuvo a admirar mi belleza (eso creí) 
Me tomó entre sus manos y me llevó 
Una pecera con luz artificial, agua clorada y guijarros falsos se volvió mi casa 
Él lo dispuso de ese modo 
Y me dio de comer (cuando quiso) pero la porción era inaceptable 
Y sentí celos de un ave que cantó desde una rama, más allá de la ventana
Allí donde no existen ni el agua clorada, ni las imitaciones de roca, 
ni los vidrios que delimitan fronteras 
Entonces golpeé mi rostro y mi cuerpo contra el cristal en demasía 
Muchas veces, muchísimas, tantas 

Pero nada. 

Alguna vez fui un espléndido pez que nadó contracorriente 
Hoy han roto mis aletas y han lesionado mi cola 
Mi cuerpo sin fuerzas yace sobre el fondo pero aún respiro y sueño 
Sueño aunque dicen que los peces no deben soñar (ni opinar, obviamente) 
Sueño con irme lejos de esta isla acuario 
Pero él insiste en retenerme 
Tal parece que goza a costa de mi desdicha 
Y quizá, por mi desprecio, rara vez me ofrece una ración de alimento para peces. 


Maikel Sofiel Ramírez Cruz 
Las Tunas, Cuba

Un mal pensamiento es capaz de crear una ley mala tan poderosa como un buen pensamiento una buena.
Edward Bulwer-Lytton

Jeremías Vergara

El Rey Azulado Ciruelo 

La primavera llegó, 
las pequeñas rojas azuladas hojas, 
descansan por encima de ti 
llenas de vida. 

Siempre estás mirando más allá 
de las aún frías colinas, 
bajo la protección de aquel parado a tu espalda. 

Aquí las tierras son silenciosas, 
pero tu arpa en la mañana, 
acaricia las almas vivientes, 
todos escuchan de ti. 

Tus castaños y oscuros cabellos, 
danzan con el viento, 
lo seducen enamorándolo, 
con tu bella melodía, 
aquella que él llevará, 
por siempre donde quiera que vaya. 

Tu canción vuela, 
por las nevadas montañas, 
por el azul y profundo charco de peces
aquél que está a tu lado, 
bajo la loma del rey azulado. 

Aquel rey que con sus hojas caducas, 
te da la sombra, 
amor de un árbol a tu lado. 
Pero intranquila estás en espera 
del desprecio que siente tu corazón por el hombre 
que esperas que no regrese, 
sólo pides que la guerra se lo haya llevado, 
pero esperando estás que la muerte pise tu lecho, 
tu hogar, aquellas praderas de los juegos de tus niños. 

Horroriza tu rostro la idea 
de algo que tal vez nunca pase
pero no puedes escapar de tal. 

Opción no tienes, pedir su poder mágico 
marchar al reino entre los señores arbolados 
pedir su suerte y protección 
que jamás regrese de su profesión. 

Pero ellos no pueden aceptar, 
aceptar tu petición 
el destino lo ha querido así. 

En una oscura frustración, 
te ahogas en el miedo, 
la rabia consume tu espíritu bello mujer, 
los árboles piden que te marches. 

Tu odio marchita a quien tienes a tu lado 
que siente temor de ti 
temor por ti, 
al ver que tus cabellos oscuros,
se tiñen de grises ancianos, 
tu bella piel se arruga en jóvenes peldaños de la vida, 
como la corteza de quien 
sostuvo tu espalda en días del ayer. 

Eres la mujer que tus retoños no anhelan, 
tus niños ya no juegan alrededor, 
tu ya no tocas el encordado para mí 
el arpa ya no suena, 
las laderas extrañan de ti blancas de luto, 
el viento ya no ha vuelto a rondar estos lugares. 

Te veo partir, y te vas y me dejas, 
el miedo fue quien devoró tus años en tristeza, 
él nunca volvió, sin embargo siempre le esperaste 
una mala jugada de la vida y el pensamiento. 

Sólo ahora descansas bajo mis pequeñas y azules hojas 
bajo aquella fúnebre tierra, entre mis raíces, 
bajo aquel manto rosado de mis hojas, 
bajo tu ciruelo. 


Del libro del autor: Tierra silenciosa 
Jeremías Vergara 
San Martín de los Andes, Neuquén, Argentina


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El pasado nos acompaña en el presente y lo hará en el futuro. No podemos cambiarlo pero sí intentar que ese pasado no se convierta en un problema sin resolver, o al menos aprender a sobrellevarlo.
Julia Navarro

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