lunes, 10 de junio de 2024

Mirta del Carmen Gaziano

Y luego huiste... 

Estabas sentada allí con tu perrito 
La soledad desarrolla esas vistosas 
improntas de atuendos y disfraces 
Te procuraste enseres necesarios
Camuflajes que disimulan tu apariencia. 

Pretendes ver aun sin ser vista 
Estar allí o aquí o en cualquier parte 
Medir tus tiempos. 
Te das licencias de ir y venir con albedrío 
El bolso, lentes oscuros, 
sombrero pajizo, manta, libro 
Y un perro que se te parece 
forma parte del ajuar que te acompaña. 

Llamaste la atención sin desearlo 
La casualidad hizo el resto con premura. 

Ya pasó el alboroto armado por los perros 
Después te fuiste y el espacio luce ahora 
la desnudez de tu presencia.

Al no tener seguridad, firmeza resoluta 
Al no estar afianzada en tu frágil apariencia 
No fue posible avalar tu permanencia 
cargaste todo en tu autito y luego huiste… 


Nada cambió 

Así nomás, de a poco, sin notarlo 
se fue dando el lastimoso desenlace. 

Quiso cambiar las cosas y los hechos 
pretender modificar nuestro pasado, 
corregir los errores cometidos, 
barrer las migajas expandidas, 
dividir las aguas tormentosas, 
querer convencer de las bondades. 

Lavar la cara de la furia, 
endulzar el rostro en perpleja maravilla,
acompañar borrando cada huella, 
alisar el campo, separando cardos y maleza. 

Nada cambió, de veras te lo juro 
solo en su mente… 
Nada dejó de bueno en los recuerdos 
nada reciente… 

Creó de nuevo cada hecho del pasado 
quiso alejar las dudas pertinentes, 
quiso limpiar del todo sus acciones. 
Nada logró solamente darme pena. 

Lo que nos pasa en la vida en sinsabores, 
lo que nos deja marcas indelebles, 
es lo que siempre nos duele y nos asusta, 
lo que nos avergüenza y sume en resquemores. 

No se olvida tan fácil, no se puede. 
Es así amigo no nos deja, 
y sin quererlo aflora y nos lastima. 
Aunque el perdón haya sido dado, no se aleja 
permanece tatuado en la mente. 

Quiso poner un manto de paz, amortiguando, 
rehacer cada tramo de la historia, 
secar las lágrimas vertidas 
suturar de golpe las heridas. 

Mas no pudo, hermano nunca pudo… 
Y partirá nomás ya sin retorno. 


Mirta del Carmen Gaziano 
Santa Fe, Argentina

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