Mi amada ciudad y su estación de trenes
en la zona sur, por la avenida que va a la ruta.
Simple, sencilla, a orillas de los rieles,
y la arboleda que circunda en los variados verdes.
Recuerdos de un tiempo azul y pueblerino
con madrugadas de ansiosas esperas,
con somnolientos lunes en las partidas
y los dulces viernes de regreso.
Me gusta su campana alta y sonora
que lleva sentimientos y acompaña.
Vieja, empolvada, vibrante, eterna,
comunicando mensajes de aviso, plegaria…
¿Qué me deparará este viaje?
Una campana que despierta miedos, anhelo,
incertidumbre en sus claros tañidos.
Un tren que se aproxima lento, más lento
y se detiene en ascensos y descensos presurosos.
La gente murmura, carga equipajes y la campana allí.
Hierros la sostienen y ella determina los horarios
fiel, constante, olvidada en tradiciones.
Repiquetea mientras mi corazón la sostiene;
cadena y badajo a la par, y sus paredes suenan…
Un jefe la golpea y ella anuncia que el viaje sigue.
¡Campana de mi estación, del lugar de mis raíces
me regalaste dos alas, para volar mi destino!
A Poldy Bird
(Paradigma de sensibles y románticos)
Llega de lejos un perfume de heliotropos,
y viene corriendo la adolescencia;
la mirada vuelve hacia el sol
y trae unas flores de morado oscuro.
Ramillete de dulzonas vainillas
en la frescura de mañanas de estío,
fragante color por la tarde,
en citas bajo azul de cielo.
Hay letras que arman historias
de aquellas mariposas encerradas en mí.
Algo puro y blanco en el alma
que nunca termina de irse,
durará acaso lo que dure el mundo.
Hoy extraño la ternura de los cuentos,
río y lloro entre unas páginas amarillas;
sin embargo, ha pasado tanto tiempo…
No hay cartas debajo de la almohada
y es así…muy largo el olvido.
Desde la noche de los tiempos
se renueva la magia y la emoción.
¿Será que nosotros los de entonces,
ya no somos los mismos?
Mis ojos no tienen rimmel, corazón con llave,
entre las hojas ásperas y los suaves pétalos.
Hoy, cuando las palabras brillan
para encender alguna estrella,
necesito cerca las delicadas notas
de aquellos heliotropos de Poldy.
Buena fortuna
A la vera de un camino
pedregoso y polvoriento,
con cuestas que cuestan horas
de trepar los pensamientos…
A la sombra de dos robles
de manos nobles y buenas
que se alzan hasta el cielo
soñando las lunas nuevas,
hallé un trébol primoroso
verde y radiante de fresco…
Con cuatro hojas unidas
como abrazando los tiempos.
Amor era una de ellas
Y pensé en mi Fran sonriendo.
La fe es mi Manuelita
princesa que mira bello.
Hay suerte en Fermín andando
caricia de ojitos buenos.
Y el retoño en la esperanza
con la llegada de Pedro.
Regalando sus canciones
Y fragancia a caramelo,
ténganme cerca un ratito
y caminen mis adentros.
Hay un alma sorprendida
de que la vida regale
aquello que la Luz trajo
de noche y por la mañana.
Y en manojo de hojas verdes
y luciérnagas doradas…
Para sentir que de pronto
Su corazón no naufraga.
Virginia Amado
La Plata, Buenos Aires, Argentina
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