martes, 21 de mayo de 2024

Adriano de San Martín

Cuando preparo el café me acuerdo de usted 

No es como la magdalena 
en la infusión de tilo. Aunque 
tal vez lo sea, pero en doble sordina. 
El aroma asciende, ya de la tela humeante, 
ya de la prensa francesa, el percolador 
o la maquinita especial para el espresso. 
La fragancia en la cascada de luz colándose 
por los rosados ventanales; su bata color vino 
moviéndose con una síncopa insoportable. 
El dorado de piel recién despierta es propicio 
para la molienda sobre el torso de aceituna 
en la curvatura de su alucinante caída. 
Ese perfume. Esa luz. Esa presencia. La sartén 
crepitante en el ajo del olivo. Afuera las hojas caen 
y en la estancia se agolpan todos estos olores, 
se confunden con el azar primigenio, aguardentoso, 
agridulce, cual ritmo ondulante de resaca bajo niebla 
marina. Ese aroma en compacta síntesis, esta esencia 
de rocío matutino, porque las cebollas también lloran. 

Del poemario del autor: Secuencias (2023), presentado en la Biblioteca Nacional de Costa Rica en noviembre de 2023 


La isla que somos 

En suma, un pueblo sin sentido trágico de la existencia. 
Isaac Felipe Azofeifa 

Una isla verde rodeada de verde 
y azul arriba, azul que se nubla al gris 
en la mayoría de nuestros alabados días. 

Isla sin mar en un archipiélago de imágenes vacías. 

Rodeados apenas por los ancestros 
la mirada permanece en montes, colinas y volcanes 
sin que atraviese los anchos océanos del tiempo. 

Así navego las calles colmadas de gentes 
colmadas a su vez por salamandras mentales. 
Personas que consideran el ombligo de la historia 
en el margen de sus quimeras. Culpables siempre 
serán los otros, quienes llegaron de islas más lejanas. 

Por eso estas calles podrían ser las de La Habana, 
Santo Domingo, San Juan o Puerto Príncipe. 
Igual las de Buenos Aires, Sao Pablo, Ciudad de México, 
Barcelona, Beijing, San Petersburgo o San Francisco. 
Lo que cambia es el color de las gentes, 
la amplitud de las avenidas, la bruma del paisaje. 

Pero la isla está en mí. Persiste sitiada por múltiples 
piélagos de sargazos, infinidad de mares muertos, 
costas olvidadas o pensadas para visitantes, 
polisemia de golfos en la sombra, bahías de la miseria. 

Soy como la isla en el corazón de un continente 
que viaja inseguro en su propia mudanza 
sin que el país que suponemos cuente para nada
en su larga trayectoria de batallas y muerte. 

Sí, una isla, como decir una buena idea 
disolviéndose en la brutal realidad de su presente. 

Del poemario del autor: San Lucas, Ciudad Quesada 2001 y otros poemas 


2. 

Serena el espíritu 
la contemplación en diálogo 
con los orgánicos habitantes 
del planeta. Los elementales. 

El hábitat se desnuda con donaire. 
Nuevas melodías, formas, texturas y celajes 
amplían la abundancia de la totalidad divina. 

Así se rediseña la conciencia cósmica,
la grande inteligencia universal. Ajena 
a guerras, ambiciones y amarguras, otorga 
el ejemplo para la confluencia de algoritmos, 
cadencias, destellos, armonías. Se metamorfosea, 
alcanza el justo equilibrio consigo y nuestros semejantes.

Del libro del autor: Vanitas, 2021 


Adriano de San Martín 
San Carlos, Costa Rica 

2 comentarios:

  1. Excelente! saludos cordiales. INÉS TREJOS

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu lectura, Inés.
      Mis cordiales saludos y mis mejores deseos

      Eliminar

Muchas gracias por pasar por aquí.
Deseo hayas disfrutado de los textos y autores que he seleccionado para esta revista literaria digital.
Recibe mis cordiales saludos y mis mejores deseos.
Analía Pascaner