Cae la tarde. Todas las aves
están dispuestas a darme voces
Y voy corriendo a juntarlas
en el verso fácil.
En la lentitud de los pasos, ya cansados
que tienen la gracia de hacernos esperar,
en la suavidad de la caricia
en la infancia sin percibir el peligro.
Aquí están las voces de aves
Aquí estamos tarde todos juntos esperando.
Mujeres con cascabeles
Los cascabeles del pleito se meten en las habitaciones
Donde cansadas las mujeres han dejado
parte de su vida.
Cada una vive su edad como un viaje
Un beso de despedida en las manos
de sus familias, el armario cansado de tener
los mismos vestidos. Cansada,
la misma receta de cocina
se queda sin ser devorada por los niños.
Aquí están ahora en la oficina
los que saben y dejan su regalo al viento.
Hay un árbol de cascabeles más allá del parque
Y las mujeres se escapan a danzar
Algunos las critican, otros se divierten
Los cascabeles suenan en las suelas de los zapatos
Pero los hombres no los escuchan.
Los gorriones se protegen en los alambres
Nadie deja ver sus bocas y las palabras
se escuchan como un chirriado seco
en los ojos de cada cual
Escucho ladrar un solo perro,
un solo perro se burla de los humanos
nosotros, estamos como otras familias
esperando pase la tormenta.
Querubines
Los querubines existen, los he visto en las escuelas.
En el colibrí que está en tus manos, en la fortaleza
de aguantar los golpes, en el gemido dulce de la cierva
cuando da a luz entre los montes.
En el cerezo, preñado de bejucos y frutos escondidos.
Existe cada día en la niña amparada por la brisa
de la mañana. En mi patria y los héroes de las lomas.
Existe cuando hacemos el amor y el beso para después.
Revisión del cuerpo
Revisaremos el cuerpo hoy y si está enfermo
Le daremos miel a la tos nerviosa,
risas a los labios arrugados.
Le daremos forma a lo que se ha perdido
mientras alguien prepara nuestra cama.
Delante de mí el joven de piel alba
Las piernas como gajos de cedro nuevo
Busca la fuerza en la luz
Inventa provocaciones con su espalda desnuda
Hace que se mueva mi cuerpo como tórtola
en hierba seca
Es joven pero no tiene locuras y son mías ahora.
Es sordo para la música, aunque le doy
la canción perfecta donde
se encuentra la razón imperfecta.
Sus manos me atraen, mi cuerpo sigue nervioso.
El joven tiene el arado y la tierra en ellas
Mientras, su pecho explota en mis pupilas.
Se detiene bajo el sol de agosto
no sé quién es, pero lo he visto hoy
y vendré mañana a verlo, sin revisarme el cuerpo.
Textos del último poemario de la autora: Amar de un grito
Anabel Vera Suárez
Fomento, Cuba
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