Hay que salirse del pellejo,
De los huesos, de la sangre.
Poner el cerebro en un florero
Cabalgar en una nube indiferente.
Abandonar el corazón en una torre
Poner mordaza al sentimiento.
No conocer el limo de otra charca.
Para ignorar a la justicia escondida
Tras los cerros de metal
Los puños apretados
Intentando contener racimos de lluvia.
Los pájaros sin nido, las cestas vacías
El desasosiego sentado en las esquinas…
La contienda es:
Del árbol
y la hormiga
De la abeja
y la cigarra.
¡Se puede sembrar en las macetas!
No ha de ser tan pesado el tronco
Como para no poder despejar el camino
¡Aún el cardo no tapa al trigo!
Ayúdame
No me digas siempre ¡sí!
Porque no me evitas el yerro.
No confíes ciegamente
en cuanto hago o quiero
porque me amarras
siempre al mismo puerto.
Permíteme crecer, enmendar;
mejorar el rumbo.
¡Ahora que es tiempo!
Te estoy pidiendo, amistad;
no asentimiento.
Siéntate a discutir conmigo.
Quiero aprender de ti.
¡No importa cuánto
haya que mejorar!
¡Lo útil es poder hacerlo!
Cleide ‘Mimí’ Muglia
La Plata, Buenos Aires, Argentina
Creo entender que estos poemas conllevan una búsqueda de reciprocidad que al menos intente resolver el desasosiego que transmiten y reflejan sus versos. Gracias.
ResponderEliminar"Esa tremenda armonía que vuelve viejos los corazones"
ResponderEliminarEsto recordé mientras leía a esta voz tan interesante. Hay mucha sabiduría en estos versos; y sabido es, que el conocimiento y la belleza es una de las combinaciones más luminosas. ¡Enhorabuena y gracias!
Lina y Max: muchas gracias por vuestros conceptos.
ResponderEliminarMi abrazo