Lo cubre niebla brumosa,
Grisáceo manto lo envuelve.
Como línea se lo advierte
Pasar, con galana gracia;
Camina entre tronco y ramas
De un bosque que es escenario
Quejumbroso; telas, luces
De un sudario con mil tramas…
Él busca un cuerpo sin dueño
Para su alma desgarrada
Que hoy es sólo nube y sueño
Para anclar desesperada.
Caballo blanco que avanza
Blanco entre todos los blancos
Con la sombra de sus cascos
Y esta última esperanza.
Caballo blanco, caballo
Pura sangre, sangre blanca,
De blanco perdido encaje
Y pura elegancia nata;
Su garbo es todo el bagaje
Que dibuja con sus patas,
Sueña entre todos los sueños
Que se sueñan sin palabras.
Puro aire, es el espacio
Escenario de las almas
Encadenada a las gradas
Entre nubes, en la calma;
Sin nada que la contenga,
Separada, sin materia;
Cual alma teatralizada.
Caballo blanco…
mi alma.
Abel Otto Torre
Córdoba, Argentina
Una síncopa que intermedia entre la rima y las metáforas para poner de relieve el temperamento del poeta, su propia identidad. Gracias.
ResponderEliminarGRACIAS, LINA. TU COMENTARIO ES MUY APROPIADO.
ResponderEliminarINCIERTO, ESTA ES LA PALABRA QUE TALADRA MI CABEZA Y ME PARALIZA....SIENTO COMO SI TODO HUBIERA TERMINADO, Y SIN EMBARGO, A MI ALREDEDOR TODO GIRA EN UNA INQUIETANTE ESPIRAL TRAGANDOSE LAS HORAS"
ResponderEliminarMaría Edith Torre
“EL INQUIETANTE VALOR DE LA IGNORANCIA”
INCIERTO es la valoración del mundo donde vivimos. Taladra la cabeza, sí, porque esa palabra estando en nuestro inconsciente, anclado, esposado y maniatado, quiere abrir sus esclusas para derramar un saber que encerrado clama por expresarse.
¿En qué, o en cuántos mundos sobrevivimos con nuestro escaso saber? ¿Qué es el saber más que una minúscula e insignificante parte del deseo del Todo?
El camino de la ignorancia es vasto y a medida más avanzamos en la búsqueda de las cercanas verdades a descubrir, advertimos dos cosas: que no hay verdades que no sean transitorias, o sea, definitivas; pero hay una que es la raíz de la constancia que ponemos para definirla, que es definitiva e indiscutible, y es: la IGNORANCIA.
A medida avanzamos en nuestra búsqueda y más hurguemos en las bibliotecas, en la historia, en el inconsciente o conciencia colectiva, más lejos se advierte la lejanía del horizonte donde se oculta la verdad…
Bendecimos la ignorancia que descubrimos a cada paso que damos tras de una verdad de peso infinito, porque es la que nos da luz para seguir tras la ruta del acercamiento y la conquista de nuestro universo neuronal.
Reconocer este pabellón al frente de la batalla nos lleva justo al frente del descubrimiento de uno mismo. Y ese lugar es inmenso en su mínima y desconocida fracción, como en la amplitud infinita e imposible de imaginar por su amplitud.
Pero, quién es el que conoce. Difícil, imposible o nadie puede llegar al conocimiento pleno porque no hay posibilidad que el Absoluto sea fraccionado tantas veces para que pueda ser consumido por una parte tan pequeña como el ´sí mismo’.
La prueba y barrera más incontrastable es la idea de la existencia de un dios, que se ha convertido en un fuerte inabordable para los creyentes de su presencia, más allá de todo razonamiento. Cada persona tiene ‘su’ dios y no es posible que haya ‘uno’ para todos. Parte de la humanidad ´quiere´ creer y defiende su muro por donde él no quiere pasar ni que otros lo hagan. Fueron moldeados por la palabra ´fe´.
Es ceguera… No ignorancia, porque ésta es positiva en cuanto cada cual, quién sea, intente atravesar la pared que se le interpone.
IGNORANCIA es saber que se tiene un límite, pero no admitirla, es renegar al crecimiento, a descubrir que se ignora; por lo tanto nunca sabrá que no sabe y por esta razón reniega de todo cambio.
Cuando uno sabe que es IGNORANTE, lucha incansablemente contra la seca hojarasca de su invierno para alcanzar la luz y el calor del conocimiento que lo consagre como HUMANO ORIGINAL Y NO UNA FOTOCOPIA.
Abel Otto Torre (TAO)
Muchas gracias, Lina y Abel.
ResponderEliminarMi abrazo
CUANDO LOS PÁRPADOS
ResponderEliminarCuando los párpados
del día se cierran
los pájaros duermen
en sus nidos.
Hacemos tornillos sobre las camas.
Damos el sí y quedamos separados.
Decimos no, y quedamos solos.
Damos el último suspiro
y nos vamos.
ABEL OTTO TORRE(TAO) 2002