viernes, 17 de julio de 2020

Frans Gris

Como una hoja en el viento

Era por los años del silencio que iniciamos nuestros llamados
Por las noches
marcábamos números
o llamábamos
a puertas cerradas en las que nunca otros puños golpearon
Nuestros ojos cerraban ventanas abiertas a soles negros
Los días eran agobiadores estados de silencios
alguna vez  pausadas voces cayeron
desde el sol poniente
(pequeños pájaros de caza en medio de las aves tardías de color acero)
para suprimir enigmas y noctambulaciones
Por esas noches cavamos un largo túnel entre las hojas de los calendarios
y el compendio de los siglos
nos llevó hasta las calles ignotas en la ciudad secreta
En estaciones yermas
                              en el desierto de lava y arena
nos aguardamos

Por largos caminos recorridos por el viento nosotros caminantes erigimos
monumentos a los dioses del olvido Hubo sepulturas en cavernas
También abandonamos antiguas osamentas en el antro de los perros
En las covachas de los vagamundos siderales emergimos
por los días de inicios de verano
para poner término a las viejas estaciones del tiempo anterior
Allí
en el submundo de la sal y de las sábanas teñidas con el óxido del atardecer
-bordadas con pájaros negros y soles húmedos-
nos creamos un nuevo mundo hecho de trozos y destrozos de nosotros mismos

(un atardecer de inicios de siglo nos encontramos a las puertas
del reino de Babilonia)
(En los muros derruidos de nuestra Jericó
la trompeta Miles David anunció la caída de los ángeles oscuros de la soledad)

Por esos tiempos de luces astrales
asustaba por las noches
a las vírgenes ancianas escondidas en conventos y casas de reposo
con mis plumas y pinceles
con mis voces de niño mimado y obsceno

Había entre nosotros unos seres sin rostro ni manos que nos arrastraban por las calles
sin rumbo ni motivos
encadenados a sus cintos y a sus palabras
(sólo la turbiedad nos envolvía por esos tiempos de los días finales)

Cada anochecer
llamábamos
                a ciegas
para saber de lo que en los otros países sucedía
y nos preguntábamos cómo estábamos
y cuántos días aún faltaban para ver nuestros rostros reflejados
en los cristales de los aeropuertos

El río fue y volvió en múltiples ciclos de ciento veinte días y nos trajo
o nos llevaba noticias de manos y labios dejados en las riveras de los relojes
Allí
en el borde del cielo atamos nuestros nombres
como citatorio para un futuro que se niega a tomarnos en sus brazos
por estos días
Alguna vez
Algún día
Alguna noche
cuando los cielos se ven surcados por las luces
volveré
o
volverás
o
vendrás como una hoja de viento

Octubre 2011

Frans Gris
Los Troncos, La Cisterna, Santiago de Chile

6 comentarios:

  1. Analía, no puedo menos que agradecerte la inclusión en la revista de este increíble poema. Las imágenes, abarcativas de la cruda realidad, son impecables y están contenidas a lo largo de una asombrosa estructura poética.
    Mis sinceras felicitaciones al autor.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus apreciaciones, Lina.
      Cariños
      Analía

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  2. Y uno lee a Frans Gris, y entiende por qué "todas las hojas son del viento"; que un paseo ancestral ya soltados de las manos, puede perturbarnos hasta el fondo del silencio a la espera de un llamado, una noticia, un encuentro de ojos y de audacia al volver hoja, volados por el viento, semilla y siembra. Profundo y bello poema. Gracias Poeta, gracias Anita por compartirlo para nuestro deleite.

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  3. Respuestas
    1. Muchas gracias por tu lectura, Susana.
      Mi abrazo y mis mejores deseos
      Analía

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Analía Pascaner