Principio del
fin
Mis lágrimas han probado tener la capacidad de curar; pero he
derramado tantas, que creo no me quedan suficientes para otra resurrección.
Inicio pues este camino vislumbrando la meta; es tan sencillo
llegar, que no me daré prisa.
Bajo el barniz
Somos, los unos para los otros,
enemigos cordiales en tiempos de paz; pero es tan inestable esa tregua, que los
conflictos fronterizos de los “yoes”, surgen ante desacuerdos nimios. Somos una
especie que juzga y condena con los únicos tratados a los que tenemos acceso,
alojados en el cieno de nuestros fueros íntimos (de un valor más que dudoso a
la hora de los veredictos).
Ocultamos nuestra certeza de ser el
centro del mundo y alegamos hipotéticas consideraciones mientras el clima
general, dé para ellas.
Nuestro “humanismo” se resiente ante
el menor contratiempo; y nuestros “hermanos”, se vuelven obstáculos y dianas a
la primera de cambios.
Seguros de la verdad, la nuestra,
vivimos como malabaristas de razones y principios, de enconos y fidelidades,
una vez hemos optado por uno de los bandos que se despellejan.
Aprendices poco avezados, tenemos
opinión sobre todo, desde la puericultura al cosmos, alentados por flautas que
oímos no se sabe bien donde.
Odiamos con un entusiasmo rayano en la
alegría a quienes se exponen a nuestros prejuicios; a quienes asoman la cabeza
para airear sus percepciones de la realidad, y adolecen del sello de aduanas de
nuestros dogmas personales o tribales. Quizás apenas por haber sido víctimas de
los suyos, y queremos devolverles la gentileza cuanto antes, sin evaluar, si
tenían al hacerlo, razón, o no.
Ahora que el miedo toca a nuestra
puerta, acumulamos papel higiénico y leña para los herejes; tiempo habrá para
ser solidarios, sensatos y altruistas.
Fénix Granda
España
Se agradece esta afilada introspectiva, realmente es como para considerar.
ResponderEliminarAgradecida por tus conceptos, Lina.
EliminarCariños
Analía
Me encantaron tus textos, Fénix, desde la lágrima, lavadora de almas, hasta todo lo que de alguna manera somos debajo del barniz, donde no hay pincelada que cubra el yoismo o el indomable miedo. Atrevida y sutil manera de enfrentarnos al espejo. Excelente, a mi sentir. Dejo mis aplausos y agradecimientos por tu obra y a Anita, por difundir a los escritores con tanto compromiso siempre. Abrazos a ambos...
ResponderEliminarGracias por tu atenta lectura, Ana.
EliminarCariños
Analía