Para espantar
la congoja
[Recitados contra la pandemia]
Ella es...
A la poeta Berbel, mi amiga.
Empecinada cuidadora de vidas.
A ella le
advirtieron muy de mañana:
–Estamos de
nuevo en guerra. ¡Te cuidas!
Tú, dadora
afectada de por vidas,
quédate en casa
atenta a la ventana.
Sólo esa tarea y
rogarte: ¡Aguanta!
Vuelves al
frente estimada. ¡Vigila!
Te sabremos así
en primera fila…
Tente lúcida,
pero arriesga: ¡Canta!
Y ella, a cal y
canto se parapeta.
De la cal
sustrae el molido casco
de papá, del
abuelo el sable rancio.
Para el canto
inmemorial se pertrecha
de himnos
cuajados en las largas marchas.
Y ya, universal,
se hace a la esperanza.
1-5, abril, 2020 [a 20 días del
confinamiento]
Plazas del mundo
Todas las plazas
del mundo dejadas
al albur de sus
dioses ¡tan solitarias!
andan
desangeladas clamando corazones
que palpiten de
nuevo a su sombra
Latidos de seres
que las transiten o sin más
y aunque sepa a
tan poco las atraviesen
para sentir de
cerca el pálpito de lo humano:
Juegos de niños
-sus desordenadas risas /
sus griteríos
alocados- que las perturben
O susurros
amantes musitados sobre labios
rendidos para saberse vividas con ellos
Por las noches
las plazas padecen de insomnio
-gélidos sus
bancos / sus parterres desaliñados-
y tiritan
siempre alerta desaladas en espera
de algún ser
extraviado de algún loco
o incluso un
desalmado a los que dar abrigo:
de todos
necesitan presencia
para así saberse necesarias
Sólo a veces
-presienten que tan pocas
pero cuánto lo
agradecen- reciben la visita
fugaz de algún
jardinero que presuroso
y solitario aun de madrugada retoca
un manojo
desajustado o colorea una sombra
desflecada y como
niebla se esfuma en el alba
O quizá un
barrendero que apenas airea
su largo
escobillón por entre las losetas
y de
puntillas ya en el ocaso recolecta el crujir
de la hojarasca
como quien reza por lo bajo
seguro que con
temor a quebrar sus letargos
Las plazas del
mundo todas adivinan
que algo extraño
pasa y aunque se apuran
hincando al
cielo sus copas más frondosas
alargando a lo
profundo sus portentosas raíces
nada les da
noticias de que un nuevo enemigo
camuflado e
ineludible todas las mañanas
sale a atrapar
almas que expiren hacia adentro
Entre ellas se
llaman concitan a las palomas
y de los pájaros
reclaman pero de ninguno
logra a vuelo incierto desvelar nada y llevan
mal -ya sin
florecer en ellas- saberse tan vacías
25-27, abril, 2020 [a 40 días del
confinamiento]
Javier Cabrera
Islas Canarias, España
Absolutamente actuales, estos poemas devienen históricos para la posteridad.
ResponderEliminarAgradezco su difusión.
Gracias Lina.
EliminarCariños
Analía
Literalmemnte una guerra donde el único refugio es el propio techo y los colaterales del silencio en las ciudades, en las plazas y jardines, donde los únicos permitidos son los pájaros y su canto. Ellos entonan el día y nos avisan que estamos vivos. Imposible decirlo mejor que estos dos poemas inmensos, reflejos del hoy y hasta no sabremos cuándo o si en verdad finalizará este desencuentro con un enemigo invisible. Felicitaciones Javier por la contundencia de tus poemas y gracias Anita por publicarlos. Abrazo grande a los dos
ResponderEliminarAgradezco tu lectura, Ana.
EliminarCariños
Analía