viernes, 7 de diciembre de 2018

Ricardo Ponce Castillo


Reclamo de la lluvia

Bueno,
pónganse de acuerdo,
para qué tantas plegarias
y machitunes
clamando por mi llegada,
si cuando llego
se enojan conmigo porque:
se les inunda la casa,
se les corta la luz,
se quedan sin agua,
más encima
me hacen responsable
de los resfríos
y otros achaques que sufren
producto de los años,
no por mi llegada.

Bueno, hasta cuándo,
si el año pasado
les pasó lo mismo
¿qué quieren?
¿Que venga yo a reparar
sus casas o tengo que pagar
indemnización por los daños que les causé?

Pónganse de acuerdo
antes de invocarme, ya.


El legado
(A mi madre)

Madre,
la batea silenció su trajinar,
la plancha mientras dormita
va apagando su calor,
la cocina siempre bulliciosa
dejó de cantar y bailar,
le echan de menos
a las caricias de tus manos.

Como uno, solo
escuchaban tus oraciones,
tu modo de santiguar,
de pedirle al padre Dios
para tus hijos su bendición.

Dura fue la lucha, lo sé,
siempre de tu mente
bullía tu trabajo:
lavar, planchar, cocinar
Acariciar.

Gracias a Dios,
mis hermanas,
siguiendo tus pasos,
se integraron a la vida
gracias al legado
que mi Madre supo dar.


En la nada

Su caminar era extraño,
en el colegio siempre
fue motivo de burla
de los que decían ser su amigo,
lloraba su vergüenza,
ya no podía resistir más.

Cuando se cayó
en las escalera del colegio
todos se rieron,
se burlaron de ella,
nadie la ayudó a levantarse.

Cuando faltó al colegio
nadie preguntó por ella,
era lo menos importante,
sólo se acordaron de ella
cuando la veían caminar
con su paso lerdo.

Cuando supieron de su muerte
el resentimiento
sólo fue pasajero,
pronto la olvidaron,
ya no había sentimiento,
vivían en la indiferencia,
en la nada.


Ricardo Ponce Castillo 
Coquimbo, Chile

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