viernes, 7 de diciembre de 2018

Carlos Barbarito


Idos…

Idos para no regresar.
O para regresar convertidos en otra cosa:
un animal, una planta, un guijarro, polvo…


Sobrevive el pájaro…

Sobrevive el pájaro en la rama
y mi mano no lo alcanza. Después,
la noche con su temor y su abalorio
y algún cuerpo ausente en el mundo
dicen presente sin abogado ante el tribunal celeste.
No hay respuesta al llamado de mi boca.
No hay pregunta escondida en la hierba,
sólo un enjambre que vaticina la lluvia;
¿y lo leído como catecismo,
lo escrito en piedra blanda
que el tiempo, supuestamente, endurecería?
Hora tras hora se configura la muerte.
¿A quién besar si la virtud declina,
declina el verbo tras una cortina de nube
y cuanto figura en el agrio evangelio
son apenas notas al pie, aclaraciones?


Hoy, en una hora que sucedió…

Hoy, en una hora que sucedió hace mucho,
en un momento del que nada ni nadie se apiada,
mientras llueve una lluvia sin virtud, sin dominio;
un vaso se vuelca, derrama un líquido invaluable,
se corta justo a la mitad cuanto liga a la vida
con lo que colma el plato, desde ahora para siempre perdido.
Nada basta, en adelante. Nada sacia
el apetito del muslo, los astros.
Y el silencio se curva, el sonido se expande
más allá de lo que alcanza el diapasón,
cuerpo sobre cuerpo en la áspera madrugada:
¿Qué se amputa cuando no hay remedio?
¿Qué se hunde cuando las agujas dejan de tejer?
¿Qué se esconde debajo del grito último,
el apresurado remiendo, cuando ya no sirve la palabra?

San Miguel, setiembre 15, 2015


¿En qué idioma hablarle…?

¿En qué idioma hablarle a la muerte?
Cuanto rueda, abismo abajo, arrastra
al fondo lo que pude ser y no fui;
surge de la salud una rara dolencia
y trae fiebre como una tormenta trae lluvia.
Final para la eterna disputa,
alejar al roedor de la única nuez
y morder la cáscara con el último diente.

¿En qué idioma hablarle a la vida?


Envejece la piedra…

A Alberto Nigro

Envejece la piedra, cubierta
de musgo y solitaria; el tiempo se curva
y ocupa todo el cielo, de horizonte a horizonte;
debajo, el suelo que generaciones de mínimas criaturas,
al depositar sus heces, tornaron negro.
Aflojada la cuerda, la música se vuelve casi inaudible;
con la llovizna caen rostro y nombre
y quien acude o llama se encuentra
con un desnudo que cree leer
mientras sostiene ante sus ojos un papel en blanco.
Delgado tronco que la evidencia tuerce
hasta tocar la tierra: a la idea la sostiene desde atrás
un grosero metal que no aparece en la fotografía.


Poemas del libro del autor: Radiación de fondo. Noviembre 2018. Producción gráfica e impresión: BAUHAUS gráfica

Carlos Barbarito
Muñiz, Buenos Aires, Argentina
https://www.facebook.com/barbaritocarlos?ref=hl

2 comentarios:

  1. Gracias Analía! Un gran abrazo!

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    Respuestas
    1. Gracias a vos, Carlos, por permitirme compartir tus poemas con los lectores de la revista literaria.
      Muchos cariños y mis mejores deseos
      Analía

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Analía Pascaner