No pongamos distancias…
No pongamos distancias entre los
frutos y los besos,
ni entre la tierra buena y las
raíces
deseosas de elevarse sobre el
mundo
para contemplar la mar.
Ni siquiera entre el verso
triste y el alegre.
Las distancias siempre nos
acercan la noche
que nunca pudo percibir la
sencillez
absoluta de los almendros en
flor.
Unamos nuestro sol invisible,
nuestro corazón siempre
esperanzado y fecundo,
nuestro verso recién nacido,
nuestra palabra cálida y
virginal
a los veneros del alba para
libar de ellos luz,
y a los del llanto y las
tinieblas
para secarlos desde sus
orígenes.
Dejémosle las distancias al
tiempo.
Él será quien, sutilmente, las imponga
a su paso tan inexhaustible como
disciplinado.
Del libro Sustancia de vida. Ed. Corona del Sur.
Málaga, 1998
Y te fuiste para siempre…
“Señor, no te pregunto por qué te lo has llevado,
sino que te doy
las gracias porque me lo diste”
San Agustín
“Estoy en diálogo con la raíz de mi existencia.
Estoy conmigo
mismo.
Estoy en la
soledad del silencio”
Carlos Benítez Villodres
Y te fuiste para siempre,
como un suspiro sin escolta,
cuando aún aquel septiembre
estaba a medio camino de vida,
según el cálculo monótono del
tiempo,
y a un tiro de piedra de un
brumoso
otoño con pulpa de calvario
y piel de crisantemo marchito.
Te fuiste ante la grandiosa
luz de la esperanza y la brisa
cálida e inalterable,
fermentada en el amor,
de una mirada de mujer,
como un beso de nubes
allá en el cielo abierto.
A lo lejos, la mar, ya
despierta,
murmuraba, con su voz de alas
delicadas,
estrofas de eternidad,
que despedían fragancias de
misterio.
Y el viento, entre versos
entristecidos,
temblaba desolado, salpicando de
dolor
a la tierra que a su raíz te
llamaba.
Se me agolpan los recuerdos,
como salpicadas de una mar
serena,
al saborear los resplandores de
tus estrellas
y los frutos preciosos de tus
campos
siempre labrados,
y, aunque el destino en su rito
concebido por el mismo aliento
de la vida
lo admitimos sin furia, nuestra
sangre,
nuestro mundo en continua
restauración
no lo entiende, ni sus latidos
están capacitados
para descifrar sus signos
invisibles.
¿Te fuiste o te llevaron?
Sea lo que sea, duerme, descansa
y aguarda mi llegada.
Hemos de hablar de muchas cosas.
Del libro Réquiem por un hombre bueno. Ed.
Algazara. Málaga, 1995
Hijo del riesgo y de la espiga
Vendrá ese instante,
desgarradoramente helado
e idéntico a un cauce cubierto
de soledades,
con salpicaduras de aguas
retorcidas
y oscuras, como cualquier
misterio. Y en sus manos
me traerá el barro del
escalofrío, para que en sus entrañas
irreductibles incruste mi nube
de lirios,
harta de olas en continua
mudanza, bajo la mirada de sus
átomos acariciados,
desde siempre, por la noche
anónima y sin memoria.
Cerrará sus ojos el miedo, y
ante su cuerpo,
sometido a espasmos de suspiros
sin alas,
un sueño encantador cubrirá,
con su luz de alba que no
vuelve,
la melodía de una brisa desnuda
y vibrante
que me abrirá sus puertas de
inmediato,
reclamando mis flores, ya
marchitas, para elevarlas
más allá de las cumbres de lo
azul,
donde el silencio total es amor,
y el amor…, delicia
de belleza, tan única en sus
latidos, en su forma
y en su grandeza por ser
definitiva para los vientos
que desaparecen del pentagrama
de las horas. Como
un sauce seco hasta en sus
respuestas será el sol,
mi sol, que aún hoy ilumina los
páramos de niebla
triste y los paraísos henchidos
por las cosechas de la dicha,
por donde vuela de sueño en
sueño, de cielo en cielo,
como hijo del riesgo y de la
espiga,
de la mano de la razón íntima y
profunda,
regidora del aliento del
universo,
el cual le da su vieja voz sin
refugio,
sus alas nunca jamás cansadas
y su afán por hallar esa
sonrisa, ese beso que sostiene
cada momento de vida, mientras
crea
versos con sustancia de auroras
jóvenes
sobre la siempre pisoteada
tierra de lo efímero.
Del libro A galope. Ed. Corona del Sur. Málaga,
2000
Carlos Benítez Villodres
Málaga, España
hablar de la muerte, sin estridencias y transmitir al otro las propias emociones con algo de tristeza y un fresco caudal de palabras, no es fácil, usted lo logró. Un cordial saludo.
ResponderEliminarBetty
Gracias por tu lectura, querida Betty. Coincido contigo.
EliminarMuchos cariños
Analía
Muchas gracias, estimada Betty, por sus palabras de luz primaveral sobre mi poema Y TE FUISTE PARA SIEMPRE...
EliminarUn abrazo fraterno
Carlos Benítez Villodres
Málaga (España)
Muchas gracias, estimada Betty, por sus palabras de luz primaveral sobre mi poema Y TE FUISTE PARA SIEMPRE...
EliminarUn abrazo fraterno
Carlos Benítez Villodres
Málaga (España)