Federico y Granada
acógelo a Federico,
que el cinismo de un borrico,
le mata y aquí le entierra.
Tierra sí, tan sólo, Tierra
del barranco de Viznar
donde acallaran tu hablar
en el nombre de la guerra.
La noche de Las Colonias,
con otros tres compañeros,
noche de sueño ligero,
punzante, como saeta,
Granada, ¡Te han muerto un hombre,
pero jamás tu Poeta!
Guaroj: Desde
el papel
Miré en el interior del basurero,
pasajero en la parada, de Atlántida,
vi bolsas rotuladas de bizcochos,
y hasta escuché tu voz que ya se iba.
Desperdicios, contantes y sonantes,
llantos sin muecas, muecas por risas
y ocultas mujer, sueños de papel,
tras los envases y cartones en trizas.
Miré en el interior del basurero
y hasta escuché tu voz que ya se iba.
Tres Décimas para el Sur
Tengo
que pintar, cantando
con los mejores colores
que me den cactus y flores
a este sur que estoy pisando.
Donde me encuentro, soñando
de andrajos, deshilachado,
al que mi zurdo ha templado,
con su palpitante brío,
dándole calor de estío,
a este invierno, desolado.
Sur, teñido en cafetales,
de sabor y canto amargo,
el que se enfrenta al letargo
cuando calcinan los soles.
el que a manos y tendones.
desbroza y labra la tierra,
el de arroyos, manantiales,
que cuando bajan la sierra,
apagan la sed que encierran,
las labradas extensiones.
El Sur de duende y lucero
del sol, casi siempre brasa,
del caminante que pasa,
entre luna y aguacero.
Del cuchichear del sendero,
cuando responde al follaje,
con su encantante lenguaje,
su frescor, que es casi frío,
su voz, de libre albedrío.
y el canturrear del obraje.
con los mejores colores
que me den cactus y flores
a este sur que estoy pisando.
Donde me encuentro, soñando
de andrajos, deshilachado,
al que mi zurdo ha templado,
con su palpitante brío,
dándole calor de estío,
a este invierno, desolado.
Sur, teñido en cafetales,
de sabor y canto amargo,
el que se enfrenta al letargo
cuando calcinan los soles.
el que a manos y tendones.
desbroza y labra la tierra,
el de arroyos, manantiales,
que cuando bajan la sierra,
apagan la sed que encierran,
las labradas extensiones.
El Sur de duende y lucero
del sol, casi siempre brasa,
del caminante que pasa,
entre luna y aguacero.
Del cuchichear del sendero,
cuando responde al follaje,
con su encantante lenguaje,
su frescor, que es casi frío,
su voz, de libre albedrío.
y el canturrear del obraje.
Ricardo Arasil. Parque del Plata,
Canelones, Uruguay
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Tanto necesita la diligencia de
la inteligencia, como al contrario. La una sin la otra vale poco; juntas,
pueden mucho.
Baltasar Gracián
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