Las
perlas del olvido
-No se olviden… No se olviden de
escribirnos -decía Catalina a sus parientes, cada vez que se iban a otra parte.
-No se olviden… No se olviden de
las perlas del Caribe -continuaba la menor de las hermanas.
Cada cual, a su manera, les
reclamaba testimonios de sus viajes. Y a medida que insistían, amasaban
conjeturas y sospechas…
-No podemos creer que viajen tan
seguido -comentaban entre mate y bizcochitos las mujeres de la casa.
-Quien pudiera, querida, quien
pudiera -susurraba la voz de la vecina, aceitada o destemplada, según las
circunstancias.
-Qué pena que no vuelvan
-lamentaba finalmente la abuelita, sin lograr entender de quién hablaban.
El
pequeño
El pequeño se deshace en atenciones. Reúne a
sus amigos, prepara la comida y les hace una graciosa reverencia cuando entran
a su casa. Ellos saben que el pequeño es hacendoso. Lo halagan y lo aplauden
hasta verlo estremecerse. A veces, uno de ellos elogia tanto su comida que el
pequeño se desliza por debajo de la mesa y le muerde los tobillos. Los demás no
paran de reírse. El pequeño también es muy chistoso. Después de los almuerzos,
se ubica en el medio de la sala y comienza a imitar a sus parientes: su abuela
moribunda, las hermanas de su madre y sus tíos cascarrabias que lo tildan de
pequeño.
Severino,
el pájaro y su jaula
-Es todo lo que tengo -dijo
Severino a su vecina-: los restos de la casa y el pájaro en la jaula. Mire qué
bonito. Observe su plumaje. Es un pájaro importado.
-¿Cuál es su procedencia?
-preguntó la vecina a Severino.
-Lo trajeron de la India
-contestó con énfasis y orgullo.
-¿Y cómo lo trajeron?
-Supongo que en un barco
-intervino la mujer que limpiaba la jaulita.
-¿Y usted cómo lo sabe? -inquirió
sorprendido Severino.
-Me doy cuenta por su caca. Este
pájaro ha sufrido el vértigo del agua.
-¿El vértigo del agua? -repitió
con desconfianza la vecina.
-Por favor, no le demos
importancia -se escuchó decir a Severino, mientras cerraba la puerta de la
jaula.
Dudosas
convicciones
Sabe que los quiere pero siempre tiene dudas.
Duda de la madre, duda de la hija y en el hecho de dudar se recompone. Cada vez
que se levanta, pone en duda sus dudas anteriores. Convierte el ayer en el
mañana y el paso silencioso de las horas en un viejo reloj que no funciona.
Instala en su familia el cuerpo de la duda. Entre todos lo alimentan y lo
engordan. Lo vuelven tan incómodo y pesado que empiezan a dudar de sus propias
intenciones.
Prácticas
sanadoras
Lo llevaron en camilla. Después de unos minutos
lo dejaron sobre el pasto. Extendieron sus brazos y sus piernas. Colocaron en
su frente una cruz de acero inoxidable. El frío de la tierra fue pasando a
través de sus tejidos. La humedad buscaba sus pulmones…
Cada tanto se escuchaba algún chillido.
Solamente en esos casos se acercaba un enfermero de la guardia. Comprobaba si
seguía respirando y volvía a practicar los mismos ejercicios.
Del libro del
autor: La reunión de los ausentes.
Ediciones Botella al Mar, Buenos Aires, junio 2012
Horacio Laitano. Pergamino, Buenos Aires,
Argentina
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Nunca tienes tiempo suficiente
para hacer toda la nada que quieres.
Bill Watterson
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Querida Analía: qué placer encontrar estos deliciosos textos de Horacio Laitano.
ResponderEliminarQuerido Horacio: qué placer leerte en esta revista digital que aprecio tanto.
Al pequeño, a las vecinas, al pájaro exótico y al enfermo los extrañaba, porque son una galería de personajes que van dando una visión del mundo caricaturesca y a la vez tierna y nostálgica.
Disfruté mucho esta lectura. Con mucho cariño Irene Marks
Querida Irene: muchas gracias por las cálidas palabras que le has dedicado a mis textos. Me alegra que los hayas leído con tanto placer. Aprovecho para expresar mi sincero agradecimiento a Analía Pascaner por haberlos publicado. Y felicitaciones por difundir a tantos escritores valiosos e interesantes. Cariños de
EliminarHoracio Laitano
Muchas gracias por tu lectura y tus conceptos, querida Irene.
EliminarMuchas gracias apreciado Horacio, por permitirme compartir tus cuentos con los lectores.
Para ambos, mi cariño y mis deseos de días plenos de serenidad y bendiciones
Analía
Querida Analía: gracias por publicar a Horacio Laitano, cuyos textos me divierten mucho.
ResponderEliminarQuerido Horacio: celebro verte publicado en esta revista digital, que estimo mucho.
Esta galería de personajes: las vecinas, la abuelita, el pájaro, el pequeño y el enfermo arman un mundo caricaturesco, risueño y triste a la vez, nostálgico y tierno.
Qué bueno leerlos otra vez. Con mucho cariño para los dos Irene Marks