El viaje
María
Rosa ya hacía dos años que iba y venía de una punta a la otra del país en
micro.
No es
que el viaje fuera tan largo sino que a ella se le hacía interminable. Tampoco
se podía quejar ya que conseguía el pasaje con una facilidad bastante
desacostumbrada para los tiempos que corrían. De todos modos lo primero que
hacía cuando se bajaba del micro era contemplar las vidrieras de los negocios
de la avenida que también habían tenido la suerte de transitar sus ancestros. A
veces se detenía en alguna confitería y se gastaba los pesos que tenía sin
lamentarlo ya que se decía que dentro de un tiempo ni iban a valer nada. Así
que se sorprendía diciendo: Quiero éstas con baño de chocolate, y estas otras
con baño blanco. La empleada hacía el típico gesto al envolver las masas en
papel fino y la cinta brillante correspondiente. Pensó que ya debían ser las
cinco y media por lo menos mientras el paisaje de los pastos verdes con vacas
se le presentaba ante sus ojos cansados de mirar siempre lo mismo. El chofer va
mas rápido de lo acostumbrado, mientras no vaya a más de noventa se dijo a sí
misma. María Rosa se puso los guantes de lana pues faltaba poco para llegar a
la terminal y sin darse cuenta se durmió. Cuando se despertó el micro estaba
detenido. Se quedó mirando por la ventanilla lo que para ella fueron minutos y
su voz que parecía llegar desde la angustia dijo: Cómo no me avisaron estos
vagos de los choferes! Entonces tomó valor, despaciosamente caminó por el
pasillo y se encontró con el micro que parecía vacío. Hasta le dio miedo llamar
en voz alta a alguien y que no hubiera respuesta. Se detuvo frente a la puerta
del micro por la que descendían los pasajeros que se encontraba cerrada. Pero
la puerta milagrosamente se abrió y María Rosa fue envuelta por una luz blanca.
Parecía que nevaba afuera o al menos eso le pareció a sus ojos y se alegró por
el paisaje nuevo. La atmósfera le daba paz y de repente sintió que el añorar ya
no existía más y que éste era transformado por un entusiasmo extraño. La luz de
la que provenían todos estaba allí tan cerca esperándola y no tenía más que
caminar hasta ella. María Rosa abrió los brazos, movió un pie, movió el otro y
se halló fuera del micro.
El límite negro
Los
papeles habían sido tirados con el fin de destruirlos pues ya no le servían al
hombre. Lentamente algo emerge de la
chimenea. Se le aplastaron las alas. No entiende como pudo ser que se le
escapó la perspectiva que tanto había buscado. Unas mugrosas alas. No, no era cuestión de caerse otra vez pensó.
Nadie le había dicho que iba a ser fácil. Las
alas le chirriaron y soltó el grito que se confundió apenas con el chirrido de
los papeles que los quemaba el fuego. Pero cómo le dolía a la vez tener que
tirar todo a la chimenea porque no le servían ni para bosquejar otra cosa. La silla de tapizado morado donde se
lamentaba el hombre se asemejaba demasiado a un cuerpo amorfo que emergía de
las brasas de la chimenea. Se había pasado horas tratando de que se le
ocurriera algo garabateando ideas sin sentido. Había destruido los papeles para
que se le escaparan junto con su frustración. Las líneas estriadas de la masa amorfa que surgía de las brasas se
transformaron en membranas tan sutiles como las de una piel humana. A veces
era mejor empezar de nuevo y no de alguna manera regodearse de una forma
masoquista en algo que en definitiva desde su origen había empezado mal. Lo que
mal empieza mal acaba se dijo a sí mismo. La
masa hecha cuerpo deja el fuego de la chimenea y localiza al hombre que le da
la espalda. Lentamente el hombre destapó la botella de ron, se sirvió la
bebida y la saboreó con un gusto amargo en la boca. Prende un cigarrillo negro
y lo saborea. Lentamente se incorpora y se da vuelta al sentir una presencia extraña en el cuarto.
El
hombre llora al ver un humano que tiene
ojos tan negros como sus antiguas alas de vampiro.
Su
creación del papel hecha realidad.
Marisa Noemí González
Nació en Avellaneda. Reside en Felix
U Camet, General Pueyrredón, Buenos Aires, Argentina
¡Felicitaciones Marisa! Ya conocía estos relatos, pero ahora al volver a leerlos me gustarón más. Y qué bueno que estés publicando en este sitio. Me alegro.
ResponderEliminarGracias por tu lectura y tus conceptos, estimado Pedro.
EliminarSaludos cordiales
Analía