Dulce de limón
Para ti, Vicente, dondequiera
que estés, por si quisieras
probar mi dulce de limón.
El agridulce del limón
completaría el círculo del sabor
a tu piel.
Sí, el agridulce fue hálito
dulcísimo
como un aire de seres
arcangélicos, con un poco
de susto y amargor de ángel
caído.
Preparo los limones disponiendo
las cortezas en aguas límpidas,
las seco encima de inconsútil
lino,
(así las luminosas dunas de
Arabia, al alba,
o panorámica de senos
cercenados,
así las repetidas medias lunas
que a mi Sur aportaron sus sabores).
Separo el blanco estéril de la
cáscara,
lo dorado divido en breves
serpentinas,
que se igualen y ritmen como un
verso.
Y, por fin, junto todo, le doy
vueltas
con la antigua cuchara de
madera,
ya sabes, la de las abuelas no
olvidadas.
Corto para ornamento la porción
más hermosa.
El cuchillo resbala,
se hinca en la yema del dedo:
¡Buenos días
gotita de mi sangre que asomas
indiscreta,
Dios te guarde, punzada casi
dulce!
Por instinto me llevo el dedo
hasta los labios
como, de niña, hacía cuando el
mundo
no era más que un limón de oro
con meridianos.
¿Un algodón tal vez para mi
duelo?
Inmersa en este entorno mágico y
perfumado,
me olvido de las circunstancias,
cuando,
de súbito,
nueva gota de sangre se desliza
hasta mi dulce del delirio,
consustanciándose con sus
especies
en móviles hilitos carmesí.
Acabado el milagro,
tomo de él una punta de cuchara,
(la de madera, ¿no recuerdas?),
y te despierto, amor, para que
pruebes.
¿Qué cual es la receta?:
tres partes de agua, otra de
azúcar, dos limones
y una secreta gota de mi amor.
Tú no comprendes, claro, y te
sonríes;
y tus labios me besan,
tus labios con sabor
a dulce de limón.
* * *
soy capaz de poner el plumero en la heladera
junto
con un poema, un tomate o una estrella
pero
no debo hacerlo
para
que tú me quieras.
soy
capaz de sembrar en tu cuerpo fruto y peces
usar
un antifaz del medioevo y recorrer praderas
pero
no debo hacerlo
para
que tú me quieras.
soy
capaz de crear con telas y puntillas
hadas
y brujas buenas
pero
no debo hacerlo para que tú me quieras.
Cuánto
quehacer de magia
dejado
en el camino
para
que no me quieras.
Nilda Muñoz
Carlos Paz, Córdoba, Argentina
No sé si quedarme con el dulce de limón o con el poema, qué bueno; también disfruté el segundo.
ResponderEliminarUn abrazo
Betty
Agradezco tu lectura, querida Betty.
EliminarCariños, que tengas días felices
Analía
Analia, me dio felicidad que incluyeras los poemas en tu publicación. También pude apreciar tus escritos, que leeré con tiempo. Cariños.
EliminarEstimada Betty, agradezco tu ingenioso y bello comentario.
ResponderEliminarSeguramente nos encontraremos en otro poema.
Cariños, Nilda.
Gracias estimada Nilda. Un gusto publicar tus poemas. Gracias por tu tiempo para leer mis textos.
EliminarSaludos cordiales, que tengas un buen año
Analía