lunes, 20 de septiembre de 2010

Joan Mateu

-Escritor nacido en Girona. Reside en Barcelona, España-

La decisión

No lo decidió de golpe ni a causa de una reacción visceral. Fue una decisión tomada después de mucho tiempo de ponderar los pros y los contras. Había llegado el momento de llevarla a la práctica.
- Salgo un momento, voy a por tabaco - dijo despidiéndose de las demás.
Sabían que no volverían a verla, era la tercera que hacía lo mismo y la vieron salir sintiendo algo entre tristeza y envidia.
En cuanto salió, las cerillas se acostaron más anchas, con cuidado de no rozarse cabeza contra cabeza, ocupando todo el fondo de la caja.


Hipocondríaco

Debo reconocer que soy hipocondríaco, por eso, al notar los primeros síntomas de dolor estomacal me preocupé. Al día siguiente habían desaparecido, pero a media mañana, noté unos pinchazos en la zona del píloro. A mí el píloro siempre me ha preocupado. Tomé aquellas pastillas que me recomendó mi suegra que sufría una hernia de hiato y que por proximidad deberían funcionar. No sólo no desaparecieron sino que descubrí, con espanto creciente, que tenía unas ronchas escamosas en las piernas y en algunas zonas de los brazos.
Me tiré de cabeza al teclado y empecé a navegar por Internet buscando todas las páginas de enfermedades tropicales, infecciosas o raras, porque lo que me pasaba a mí, era realmente raro. Al cuarto de hora de consultas noté un entumecimiento en el brazo izquierdo. ¡Aysss! A los veinte minutos, estaba sufriendo una tortícolis que no me permitía mover el cuello en ninguna dirección. A la media hora, empecé a sentir las piernas agarrotadas, ¡Dios Mío! ¡Me estaba paralizando! ¡Todo iba más lento, tremendamente lento! ¡De seguir así quedaría paralítico en unos minutos!
Por suerte reaccioné a tiempo. Control, alt, suprimir. Todo volvió a funcionar.


Marineros

La embarcación escalaba las enormes montañas de agua de aquel mar embravecido. El viento huracanado empezaba a convertir en jirones el velamen y el capitán, desde el puente, impartía órdenes a la tripulación.
- Arriad la escota de vela de stay… Aflojad el foque… Cuidado con la botavara… Vigilad el bauprés… Virad a sotavento…
Los marineros, todos oriundos de Cuenca, corrieron por la cubierta alocadamente sin saber que hacer. Uno de ellos gritó mientras una enorme ola le arrastraba por la cubierta: “Ya os dije que con un capitán extranjero no llegaríamos a Kuala Lumpur”.


Los monstruos

Surgen de lo más profundo del armario. Son unos gritos guturales, horripilantes y continuados que a veces se trasladan debajo de la cama.
Incomprensiblemente se detienen cuando entran mis padres o cuando se enciende la luz.
Tengo mucho miedo. Cada noche retraso todo lo que puedo la hora de ir a la cama, pero mis padres son inflexibles y cuando se acercan las diez ya empiezo a temblar. Tampoco me dejan tener la puerta abierta ni la luz encendida porque dicen que un niño de siete años ya es demasiado mayor para creer en fantasmas, monstruos y estas cosas.
Lo peor de todo es que mi miedo va creciendo y, aterrorizado, me hago pis en la cama. Ayer volvió a ocurrir y mis padres entraron en la habitación muy enfadados. Mi madre me arrancó las sábanas mientras gritaba que un niño no debe inventarse cosas y mi padre me metió en la ducha con agua fría, amenazándome con que si eso se volvía a repetir me encerraría en el armario una semana.
Ahora estoy en la cama mucho más tranquilo. Ya no me hago pis y no es que no tenga miedo a los sonidos y gritos del armario, es que tengo mucho más miedo a los gritos y amenazas de mis padres. Ellos están contentos porque dicen haber conseguido curar mi "cuentitis".


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Hay muy buenas protecciones contra la tentación, pero la más segura es la cobardía.
Mark Twain

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2 comentarios:

  1. Estos cuentos están muy bien escritos, y en ellos el final es determinante y súbito, especialmente en los tres primeros. El de las cerillas es muy divertido y logrqado, aunque por supuesto , tragicómico. El del hipocondríaco robotizado tiene la connotación de alegato emblemático contra la alienación, la vida programada. El de los marineros es cómico y terrible. El último nos trae con gran vivacidad un recuerdo de infancia, donde los temores de la imaginación son derrotado spor los temores reales. Excelente, gracias al autor y a Analía. Saludos de Irene Marks

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  2. Gracias por leer estos cuentos, Irene querida.
    Gracias por tomar tu tiempo para realizar cada comentario.
    Un saludito
    Analía

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Analía Pascaner