-San Antonio de Padua, Buenos Aires, Argentina-
La Chabona
La chabona esa, tiene todo lo que una mina debe tener. Me hace acordar al Seleccionado del 86. Está bien de abajo, bien de arriba; una delantera impresionante, y de atrás ¡Mamita!
La piba esa que te digo, es más linda que la tribuna bostera gritando un gol contra los gallinas. Te juro; por ella soy capaz de hasta dejar de ir a la cancha el domingo que viene.
Tiene la jeta grande como un arco. Pero, qué sé yo, sentir su boca de fuego sobre mis labios, es como hacer el gol de oro en el minuto 48.
La piel es más suavecita que la número cinco que usaron en la Copa Toyota. Además, tiene el pelo rubio y lacio, que me hace acordar a la melena de Caniggia.
Vos pensarás que exagero. Te digo la verdad, me tiene loco. El domingo pasado, mientras estaba en la tribuna con los muchachos de la "Doce", por un momento, hasta dejé de cantar. De pronto, se me vino la imagen de ella a la cabeza y me quedé mudo, me quedé. Me hizo reaccionar el codazo que me dio el Cacho. “Estás embombachado vos” -me dijo. Y tiene razón.
Lo que pasa es que una flaca así, es peligrosa. Yo ya me veo sin ganas de ir a la Peña con los muchachos y de hacerme el gil en los partidos intranscendentes. Qué sé yo, me llama más tranzar un rato con ella que cualquier cosa. Aunque vuelva a casa más caliente que cuando perdimos el Campeonato Intercontinental en el 2001.
Porque la chabona no quiere saber nada de relaciones prematrimoniales -como dice mi cuñado que estudió bachiller-. Ella dice que va a mantener el invicto hasta el día del casorio. Y claro, yo estoy loco, le quiero vencer la valla, aunque más no sea con un penal cualunque.
Y ojo, eso no quiere decir que la mina sea una pecho frío. Levanta presión igual que yo; pero se sabe mantener en su puesto y no la agarrás en orsay ni de casualidad. Además, como según ella, ya tiene dos amarillas, teme que el cabrón del viejo le saque la roja.
Pese a todo, voy a parar de tirar centros y boludear con la pelota parada. Si la chabona quiere y se banca el hecho de irnos a la piecita del fondo, no me va a importar ir perdiendo 3 a 0, ni que la cancha esté inclinada. Yo a ésta, le quiero hacer un caño, gambetearla hasta el cansancio, y luego hacerle un gol de chilena.
Se lo merece. No sólo porque está refuerte y la reamo, sino, porque es muy cabeza dura y no quiere por nada del mundo dejar de ser de River.
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El amor tiene dos momentos deliciosos, el primero y el último; lo malo es el tiempo que transcurre entre ellos.
Noel Clarasó
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lunes, 20 de septiembre de 2010
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Muy bueno, me gusto mucho chabon
ResponderEliminarMuchas gracias por leer el cuento de Emilio.
ResponderEliminarUn saludo cordial
Analía