jueves, 29 de julio de 2010

Carlos Trinelli

-Buenos Aires, Argentina-

Intento


Hace ocho días y unas horas, minutos y segundos, que no bebo y he sobrevivido. Me pregunto, si cuido a la vida o vivo la vida, según la frase de Lao Tsé. Hoy es sábado, un día difícil. El trabajo ayuda a no pensar. Tanto tiempo alejado de la actividad familiar todavía no me permite disfrutarla.
¿En qué se ha convertido este milagro de la vida? El esfuerzo por mantenerme sobrio me hace creer inmortal, ya que parezco muerto. Pero, lo terrible no es la muerte, sino la vida que se vive para llegar a ella.
Cuando regreso del trabajo veo el bar Baviera repleto de fantasmas. Yo fui uno de ellos, un reflejo viscoso en esos espejos. Imágenes juguetonas de cabezas alargadas, cuerpos redondos, risas huecas. Es que esos cristales, surcados por cagadas de moscas son así adrede para que uno no se asuste de haber bebido de más.
Por ahora, Dora, mi mujer, está contenta, mis hijas, Andrea y Enriqueta, me hablan y les respondo pero, si una mariposa aletea en Beijin mi corazón puede sentir el impacto. Así de frágil es este equilibrio. Tengo un problema y me encanta. Soy bebedor, no pego, no discuto, no me vomito, no me piyo. Claro que, hago otras cosas. Soy humano, no me especializo en nada.
Un libro, una bebida, una gorda, son mis ambiciones, eso no alcanza. Ya se sabe.
Dora se fue a un cumpleaños con las nenas. Me auguró que, si cuando regresa me encuentra sobrio, haremos el amor.
El amor se negocia en el matrimonio. El amor es hipócrita en el matrimonio. Nadie lo dice, no siempre se dice lo que se piensa. Cualquier discurso conlleva una dosis de hipocresía; para ello se inventó la palabra, para enmascarar los pensamientos.
Lo cierto es que, si me mantengo sobrio dos o tres horas más, seré recompensado con sexo. Una epifanía de placer de la que saldré más sediento.
Beber alcohol tiene la desventaja de no poder disimularlo. El aliento es como una brisa interna que ventea perpetua el olor.
En vez de un vaso, uno debiera usar una jeringa o mejor algo como el suero para los enfermos pero cargado con bebida. La bebida endovenosa; el que invente eso para bebedores que deben simular, se hará rico.
¡Qué culpa tendrá uno que las mujeres amen la pasta de campeón!
Algún borracho tedioso me comentó que el conflicto de la vida se divide en dos bandos, tener demasiado o tener poco. Es una falacia. Los dos bandos piensan lo mismo. El famoso pensamiento único. El conflicto rector de la vida es que aquello que ilumina permanece siempre en la penumbra.
El camino hacia mí mismo está plagado de obstáculos. Me decidí a sortearlos. Me voy a comprar una botella de vino.

……………………………Del libro Cuentos líquidos. Editorial Magdala, junio 2010

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La integridad es hacer lo correcto aunque nadie nos esté mirando.
Jim Stovall

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2 comentarios:

  1. Y bueno, Carlos, qué se puede decir, yo diría que leer un cuento de Trinelli merece un brindis, en el Baviera o donde sea.
    Un abrazo grande
    Betty

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  2. Muchas gracias, mi querida Betty.
    Mi abrazo y mi cariño siempre
    Analía

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