-Viedma, Río Negro, Argentina-
Indigestión
Primero me comí la A. Yo soy así: ordenadita, cronológica y formal. Seguí hasta la Z. Y me comí todo el discurso de los demás.
Una ensalada de letras se me atravesó en el intestino y ahí quedó. Se desordenó el alfabeto, se me mezclaron los discursos.
Tiré la T pero me la devolvieron. Torcida.
Perdí la P pero la encontraron. Pedacitos de P.
Convidé la M pero me la hicieron migas. Y tragué las migas de M.
Intenté deshacer el nudo de letras leyendo viejas gramáticas y modernas teorías:
-“Gramática de la indigestión: dimensiones y formas de nudos.”
-“Gramática de la indigestión y sus procesos estructurales en las letras clásicas.”
También leí algunos libros de autoayuda:
-“Usted puede deshacer nudos de letras.”
-“Autoestima y nudos de letras”.
Participé de talleres grupales: duros intentos.
El tiempo pasaba y la indigestión seguía.
-Estará empachada- dijo la abuela.
-Que tome un té- dijo la tía.
-Qué raro, una chica tan buena- dijo mamá.
-Algo habrá hecho-¬ dijo el barrio.
Un día, cansada de pensar y leer sobre el tema caminé hasta agotarme. Me olvidé del mundo y de todos mis problemas. Sentí algo raro: angustia, náuseas, confusión. Lloré. Tiré al piso una palabrota que tenía en el bolsillo. Rompí contra la pared algunas vocales. Y milagrosamente rescaté algunas letras desarmadas que tenía en la cartera. Recuperé consonantes y encontré un espejo. Desanudé mi nudo y volví a casa.
Origen de Laura
Laura desarma la última muerte. Desanda el tiempo del cuerpo, del nombre, de la tumba, del fantasma. Desentierra su corazón. La última muerte se desintegra sobre su tumba. Habita una casa y observa desde la única ventana posible. Se desviste de muerte y se quita el barniz del último hastío. La mirada huye de su refugio y se une a la tierra de los hombres.
Laura desencarna la última vejez. Tiene el cuerpo harto, el hastío de la cicatriz, el cansancio del próximo desencanto. La única lágrima limpia la juventud, desarma la herida.
Laura mujer tiene el costado oscuro disimulado por el ángel. Salta del brinco del árbol a la urgencia del amante. Abre la mirada, el hastío, el hartazgo. Cierra el dolor, el desencanto. Abre la próxima desesperanza. Ineficaz, insostenida, esconde su soledad sobre la imagen del río. Busca la protección de la noche del árbol. Intuye su última metáfora, el descalabro de su única nostalgia.
Laura recupera la nueva niñez. Desentierra su corazón y calma la inquietud.
Desnuda de infancia encuentra finalmente su camino. Rompe el sexo de la madre, la sangre, el canal, el refugio, el vientre. Desarropada de sí misma reclama la nueva esperanza.
Desamparada de ausencias dicen que retornará al origen nuevamente.
Yo no aseguro tanto.
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Ten el valor de equivocarte.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel
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jueves, 29 de julio de 2010
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