lunes, 24 de agosto de 2009

Lilí Muñoz

-Neuquén, Argentina-

La gruta de la aurora

Después que hablé con vos, llegué con pasos lentos hasta la gruta más azul de la aurora. Dije tu nombre y su boca se abrió. Pude dormir.


Ariadna

Ariadna resuma delirio: cuerpo en desnudez, la cara y los cabellos en mezcla de arena blanca, casi ceniza, abundante en Noxos.
Tu egoísmo amanece en espuma por mi boca.
Abandonada aquí, aún no te olvido. No tuvimos futuro. Pero fue y es capaz de arder y de recrearse con su propio fuego. No se consume.
Una y mil veces te volvería a nombrar para tenerte, para encender el día y la noche de la fiesta, las palmas de tus manos en mis manos, tu máscara rota en la mirada. Sin vos soy extranjera de mí.
Cortaste el hilo. El endeble hilo de miel y de mortaja. Apenas me recuerdo en la hilandera vestal.
Beberé de otro vino. Llegará al son de cascabeles y de cítaras.


Mata-amor I

Su cita de amor fue siempre detrás de una mata, en la meseta. Cuando llegó el momento de zarpar nuevamente, él deslizó la promesa de volver. Cuentan que al partir el marinero de Magallanes, los ojos de la muchacha tehuelche quedaron prendidos a la planta, calafates de iris, iris@dos.
Nunca más desde el mar el marinero, dicen, pareció recordar.


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Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.
Albert Einstein

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