lunes, 24 de agosto de 2009

Juan Antonio Borges

-Malvinas Argentinas, Buenos Aires, Argentina-

Por eso escribo


sobre un caballo dorado
debería sostener mi lengua
y escribir con alegría
gritar a lo lejos como esos locos contentos
festejar la dicha inmensa,
sin embargo mi canto es oscuro
de cada verso una gota de sangre
viva, en movimiento
porque no tengo soles
apenas tormento
tampoco amaneceres
solamente noches temerosas
y esas caricias que alguna vez me fingieron
ni siquiera el perfume me ha quedado,
soy un prisionero
porque tengo miedo, frío y ando maldiciendo
es que escribo,
porque dentro mío tengo un río repleto de sangre
y lágrimas
de heridas incurables...


Ella apenas

ella apenas me hizo promesas
no buscó hacerme daño
pero yo siempre creo cuando me juran entre caricias y besos
después me miró a los ojos
ya no tuve frío
a pesar de tantas noches largas
me mostró su piel
y dibujé caminos y ríos y montañas
ella me miraba
yo le creía
me mordió y me gustaba
no me dolía
eran dulces sus dientes de azúcar
la unté con el agua de la lluvia
y con mi sudor apasionado
la colmé de mi aroma
pero tuvo miedo
y al amanecer
mientras yo soñaba ella se iba
al despertarme talvez lloré
pero después de todo no me había jurado nada


Que saben de fuego

qué saben de fuego
esos que entran en puntitas de pie a la boca del volcán
y recurren a dios cuando en las noches eternas
el diablo quiere quedarse con nosotros,
qué saben de violencia quienes no tienen marcas de cuchillos en la piel
provocadas por la persona amada
qué del grito que provoca el silencio cruel
ese que nos amordaza por miedo
quien no es perro jamás conocerá la rabia
y quien no mata no experimentará nunca el amargo sabor de perderla
perderla, perderla
en cada huracán de sus uñas envenenadas que me dejan heridas
qué saben de muerte esos que permanecen viviendo
día tras día
no entenderán este dolor visceral de violentos besos
clavaré sus medias en los árboles del jardín
escribiré con mis lágrimas mi último antipoema
seré dios vestido de mendigo
por perderla, perderla...


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La policía irrumpió en la casa y atrapó a los participantes
de aquella fiesta. Se los llevó a la cárcel por lujuriosos y
perversos. Era natural. La policía no puede irrumpir en
las calles y acabar con otros escándalos, como el de la miseria.
Jaime Sabines, Como pájaros perdidos XXXVI


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2 comentarios:

  1. La poesía de Juan es carnal, honda, muchas veces lacerante.
    Un placer leerlo siempre.
    saludos Gus.

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  2. Gracias querido Gustavo, definiste a la perfección la poesía de Juan.
    Un abrazo enorme
    Analía

    ResponderEliminar

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