domingo, 5 de julio de 2009

María Rosa Leoni

-Buenos Aires, Argentina-

Insomnio

Uno… dos… tres.
No, no hay caso no me puedo dormir.
¿Qué me dijo el flaco? Que rezara, sí pero como era… Padre nuestro que vives… No, me parece que así no era… y el otro, Dios te salve madre… no, no me los acuerdo.
¿Cuánto hace que tomé la comunión? Como un siglo, que me voy acordar… y con lo nervioso que estoy.
El Flaco dice que todo va a ser fácil, que arregló al de seguridad, que le va a dar una parte, que con el toco grande nos quedamos nosotros y nos salvamos.
Esto es en serio, me trajo un arma y todo.
Uno… dos… tres, tengo que dormir, mañana hay que estar bien lúcido, si no me voy a confundir las consignas que me dio el flaco.
¿Pero por qué no me puedo acordar de rezar? Padre nuestro que…
Dijo que no me preocupara porque ellos eran peores que nosotros, esa plata es para pagar la “merca” que le traen, para después repartirla y matarnos de a poco.
Sí, me tengo que dormir. Uno, dos…tres…cuat…
No puedo no hay caso, si me acordara de rezar, ¿cómo decía el catecismo?
Padre nuestro que… ¿quién era el Padre, Dios o Jesús?? pucha que no me acuerdo.
¿Y si me matan?
Algo decía el catecismo, “No matarás” ¿y si me matan?
La puerta. Es el flaco, ya es la hora y yo no pude pegar un ojo, mejor ni le cuento.
Todo va a estar bien, el de “seguridad” está con nosotros.
Después de esto, prometo aprenderme el Padre nuestro y el otro y el otro… ¿Dónde estará ese librito qué leíamos?
Me acomodo el arma, respiro hondo, el aire fresco de la calle me despeja un poco.
No hay nadie por ningún lado, sólo nosotros dos.
Y yo sin acordarme si Dios era el padre o el hijo. Tengo miedo.
El de seguridad dejó la puerta del portón sin llave. Entramos, primero el flaco, después yo, está oscuro no se ve ni se escucha nada.
Como en un relámpago se escuchan dos disparos.
Me dieron. El flaco grita, yo no puedo gritar, la bala entró justo en la frente arriba de los ojos.
Nos sacan a la calle, llega la policía.
Traen una bolsa negra, me meten ahí, me cierran.
Yo quiero acordarme del Padre nuestro que estás en los cielos…

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La vida no debiera echarlo a uno de la niñez, sin antes conseguirle un buen puesto en la juventud.
Miguelito, personaje de Quino


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10 comentarios:

  1. Siempre mi amiga Maria Rosa,ingeniosa y creativa en la narrativa.¿Como hará para producir tantos relatos?
    Felicitaciones!

    SMT

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  2. Bello texto María rosa, gusto de verte en el sitio de Analía, un abrazo Gus.

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  3. María Rosa, muy buena entrada, bien traida, felicidades, un abrazo.

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  4. Estoy algo confundida.....de quien es este sitio?
    Aparte de eso.....muy bello tu relato....Desenbúrrenme!!!!!!

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  5. Sin ninguna duda deben existir casos reales asi,delincuentes que no han hecho de su vida una profesión y por lo tanto en circunstancias como éstas se les ve el lado humano,el relato por lo tanto está bien construido y el argumento interesante,desde mi humildad te felicito M.Rosa.(aclaracion)no hace falta conocer el padre nuestro de me memoria para adquirir una buena relación con Dios,uno puede dirigirse a él con simple palabras de afecto,ademas,Jesus es el hijo de de Dios,Diospadre se llama Jehová,claro el delincuente estaba confundido como el dijo y eso hizo que el relato tuviera un condimento mayor

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  6. María Rosa, que sorpresa...soy una caída del catre pero no sabía que hacías narrativa. Y como narradora que soy, me encanta. Felicitaciones por el texto.

    Lily Chavez

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  7. Muchas gracias a todos los que dejaron su comentario en este cuento bien logrado de María Rosa.
    Un saludo cordial
    Analía

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  8. Elena A. Calderón.29 de julio de 2009, 18:34

    Un relato que invita a la reflexión. Muchas veces es difícil entender los motivos que llevan al individuo a deliquir, pero más difícil es imaginar que pasa por su mente en los últimos momentos de su vida. Ojalá tan siquiera, existiese un verdadero arrepentimiento, tal como lo describís en tu cuento, María Rosa.
    Aceptá mi humilde felicitación por tu escrito.
    Elena.

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  9. Resulta toda una intriga imaginar el pensamiento de un individuo que delinque, cuando se acerca a sus últimos momentos con vida. María Rosa, logra captar la desesperación de uno de ellos y transmite con elocuencia su angustia.
    Felicitaciones.
    Elena.

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  10. Gracias por detenerte en este texto, querida Elena.
    Como expresé anteriormente, considero muy bien logrado el cuento.
    Mi cariño
    Analía

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