-San Nicolás, Buenos Aires, Argentina-
Mireya
El día era inusual. Ni un alma asomaba su curiosidad por las ventanas. El cuerpo de Mireya se retorcía de angustia ante la proximidad de la muerte. Arrastró con dificultad su cuerpo unos metros. Buscaba subir a la vereda y alcanzar la reja que antes había saltado. Sintió los huesos escapársele de los miembros, sin embargo, superficialmente su cuerpo estaba intacto. Una bocanada escarlata le estalló en la boca sorprendiéndola. Un escalofrío le exigió un temblor que le hizo doler hasta las uñas. Acarició el recuerdo de sus pequeños y lloró. Lastimosa y doliente lloró la inevitable cercanía de la muerte. Supo que ya no volvería a traspasar la reja y gimió. Aún tenía grabado en la retina el XYZ 336 alejándose. Aún sentía el impacto del golpe en sus costillas y su cabeza estallando en el asfalto. Aún sentía la rueda trasera caminar sobre su abdomen. Cerró los ojos dolorosamente. Otro lastimoso y gutural gemido preanunció el peor de los silencios de esa siesta sin sombras. Ya no alcanzaría la reja. No vería a sus pequeños. Lamentó haber sido tan perra, no dominar su instinto. El mismo que hace sólo un instante le había dado el último gozo a su vida. El mismo que la había preñado irresponsablemente tantas veces. El mismo que ahora, la empujaba a la muerte. No se arrepintió. Había disfrutado de esos estados tanto como del sexo explícito y sin vergüenza al que simplemente se entregaba. Nunca supuso que gran danés más sexo, más un balde de agua fría la depositarían a las puertas mismas de la muerte. Lo había presentido. Aquel gran danés no le convenía. Era demasiado tarde. Imaginó a sus pequeños. Un sacudón le traspasó el cuerpo. Sintió el corazón inmóvil. Ya no había vereda ni rejas. Sólo Mireya, una bocanada de existencia púrpura recorriendo calles de silencio, instintiva y salvaje detrás de un XYZ 336.
Soledad
……………Rincón lóbrego de angustias
donde la vida original se apaga.
……………Balbuceo de las muertes,
principio existencial del no ser sobre las sienes gastadas de los siglos.
……………Origen de las sombras, terreno estéril,
hojas blancas enlutando los mañanas,
rincón de los silencios mutilados
memoria fértil del amante despertando las palabras.
……………Rincón de sueños,
pretéritos de angustia,
presente,
rosas mustias coqueteando con la nada,
Penuel del alma derramándose al vacío,
quimera y todo conjugándose en el nosotros marginado.
……………Mueca del hálito infinito,
posibilidad del no ser en cada instante, nuevamente.
……………Ámbito neutro de la angustia,
súplica dócil desgarrándose entre hojas blancas,
mi existencia muta entre los versos,
el vacío sobrio y racional de las manos desgastadas,
una mueca infinita y desértica entre las sienes
del mestizo fundante del después de la conquista,
me sostiene y me nombra a cada instante entre los versos.
……………Soy de Tupac, de Fierro, de Macondo,
del yo mismo entre los siglos, la soledad del grito entre hojas blancas,
el rito del verso anonadado ante la intensidad mestiza del nosotros.
.....……1º Premio Octava Edición del Certamen Literario Aniversario del CER, 2008
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Lo que no es útil para la colmena no es útil para la abeja.
Marco Aurelio
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lunes, 8 de junio de 2009
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Alberto: simplemente ¡MARAVILLOSO!Por suerte "tu existencia muta entre los versos", porque es entre los versos donde has encontrado la plenitud de todas las mutaciones; de no ser así no podrías haber escrito algo tan precioso y tan metafórico. FELICITACIONES!!!!!!!!!!
ResponderEliminarElsa Florit
Comparto, querida Elsa, un gusto leer a Alberto.
ResponderEliminarUn abrazo
Analía