viernes, 9 de enero de 2009

José Víctor Martínez Gil

-México-

Gravitación


Aquel hombre de repente empezó a caer para arriba, cuando al instante otro hombre lo sujetó con fuerza para que no cayera, y se incorporó otro, y luego una mujer, y otra, y otros más. Había ya varias personas sujetándolo con fuerza, pero poco a poco se veía que el esfuerzo sería inútil. Hasta que todos cedieron. Cuando lo soltaron, en medio de un grito aterrador, el planeta entero cayó al vacío infinito. Todos empezaron a caer para abajo, menos el hombre que caía para arriba, y que se quedó flotando para siempre en el universo.


Sin sentido

Los oídos le dijeron a la boca que los ojos estaban hablando del mal gusto de las manos.


Venganza

El fuego devoró el agua. Después, murió de sed.


Deseo

La eternidad pudo complacer la transparencia de la mariposa haciéndola mujer.


Amor efímero

La besó olvidando que era burbuja de jabón.


Mujer tanteó el suelo

La mujer, con sus pocos más de veinte años, se encontraba sentada en el banco de un parque. Era el mediodía, y lo esperaba a él. Ilusionada como quien espera a Los Reyes Magos. Continuamente pasaban niños y sus voces, gritos, risas, carreras, juegos, la llenaban cada vez más de ilusión. A su espalda el paso del vendedor de algodones de azúcar la hizo voltear y le pidió dos, rosas. A las tres de la tarde, los algodones ya estaban derretidos. A las cinco, los algodones ya estaban debajo del banco. A las siete, la mujer desdobló su bastón para marcharse. Tanteó el suelo. Y se prometió a sí misma no dejar de creer en Los Reyes Magos.


Fuera de sí

El compás tuvo un mal día, y trazó un cuadrado.


Lápiz y goma de borrar

Nacieron ya divorciados.


Mareo

Las líneas paralelas chocaron entre sí.


Noticias

Aquél húmedo sobre contenía una carta tan triste, que cuando lo abrió, sólo encontró lágrimas.


Enfado

El lápiz dibujó una sonrisa. El papel se viró.


Entusiasmo

El compás hizo gritar a la mesa de dibujo.


Bendita mosca muerta

En ese lugar, como en muchos otros, como en casi todos, todo estaba prohibido. Todo era obligación. Aquel hombre tenía por obligación ordenar, clasificar, limpiar los libros de la biblioteca. Solamente. De mantener impecable la biblioteca de ese bendito lugar. Solamente. Porque en ese lugar, como en muchos otros, como en casi todos, estaba prohibido leer. Porque leer podía poner en peligro a ese lugar, como a muchos otros, como a casi todos. Tanto a aquel hombre, como a muchos otros, como a casi todos, se les saciaba el hambre. Para que no pudieran decir que pasaban hambre. Ah! Pero aquel hombre… Cuando es el corazón el que tiene hambre, entonces en cualquier lugar, como en muchos otros, como en casi todos, no hay quien lo detenga. Por eso el corazón de aquel hombre buscó el aliado perfecto. El aliado con el que todos los días sería vencedor en ese lugar, en muchos otros y en casi todos. Su corazón se alió con su razón. Corazón y cerebro. Cerebro y corazón. El hombre, tan sabio como todos los libros de aquella perfecta e intocable biblioteca, asumió el riesgo de leer para saciar su propia, verdadera hambre. De leer sin que nadie sospechara. Leer con paciencia, con regocijo, de principio a fin, capítulo a capítulo, libro a libro, en rigurosísimo orden, toda la biblioteca, y sin dejar huella. Salvo una mosca. Una mosca muerta que marcaba la página de su última lectura. La mosca muerta, al final bendita en ese lugar.


Textos del libro La línea entre el agua y el aire, Colección Los Libros de las Gaviotas, otra dimensión de la Colección Gaviotas de Azogue. Número 2 / Cuentos hiperbreves / Madrid / México D. F. / 2008

*************************************************************
Un hombre demuestra su grandeza por el modo en que trata a los que son o tienen menos que él.
Thomas Carlyle

*************************************************************

4 comentarios:

  1. Me encantaron los microcuentos. No conocía al autor. Muy buenos. Y por supuesto, muy buenos los poemas de Carlos y María Rosa. / "Está soplando en el viento" la respuesta, pero pareciera que hasta que ese viento no sea un ciclón no va a ser escuchado. / Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Querido Luis: me reconforta saber que disfrutaste los cuentos breves e hiperbreves de José Víctor, un querido amigo.
    También te agradezco los comentarios a los poemas de Carlos y María Rosa.
    Tal vez deberíamos entre todos tomar "la respuesta" y soplar y dirigir el viento hacia el mismo lado... quién sabe qué sucedería, verdad?
    Gracias por pasar por aquí, Luis, un abrazo
    Analía

    ResponderEliminar
  3. Me parece de una originalidad tremenda estos breves cuentos y dirìa pensamientos en frases.
    Muy bueno
    Valeria Rossi

    ResponderEliminar
  4. Coincido querida Valeria, creo que José Víctor tiene el don de decir mucho con pocas palabras, y a veces sólo le basta un buen título y una línea de palabras.
    Un cariño
    Analía

    ResponderEliminar

Muchas gracias por pasar por aquí.
Deseo hayas disfrutado de los textos y autores que he seleccionado para esta revista literaria digital.
Recibe mis cordiales saludos y mis mejores deseos.
Analía Pascaner