miércoles, 6 de junio de 2007

Graciela Wencelblat

Desde este árbol
espiaba
aquí me hice amiga
de lechuzas y calandrias
jugaba con sus ramas
deleitaban sus brotes
mi cuerpo de niña
compuse con el aire
cantos delirantes.
Abrazada a su tronco
grito lloro
muerdo a los que quieren
talarlo.

¿Si la muerte siempre llega
por qué adelantarla?
Asesinos de la naturaleza
del juego de la infancia.

Miro al cielo
responden mis lágrimas.


***

Entonces supe qué hacer
me arremangué
las manos retorcieron el trapo
sequé y sequé
como si hubiera llorado
tanto
pero no había tiempo
llegaba lo nuevo
tenía que ponerme algo
sobre la desnuda tristeza
destapar las cañerías
trabajar
eso hice
y pelé chauchas
y deshojé prolijamente
los bordes del espanto.

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A fin de cuentas, las palabras son todo cuanto tenemos, y más vale que éstas sean las adecuadas, con la puntuación en los sitios justos, de modo que puedan expresar mejor lo que se quiere decir.
Raymond Carver

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