¿Por qué un poeta deja de escribir?
¿Por qué un poeta deja de escribir?
¿Porque el misterio ya no lo seduce?
¿Porque el niño que llevaba dentro lo alcanzó en edad?
¿Porque un día le falló el corazón
y los sueños lo dejaron solo?
¿Porque perdió el boleto y la esperanza,
el asombro a la vuelta del correo?
¿Porque eligió vivir? ¿Porque eligió morir?
¿Porque la búsqueda de la verdad
lo llevó a descubrir que la verdad no existe?
¿Porque el agrio presente desairó sus versos?
¿Porque ya no le queda nada por decir
y la futilidad de la belleza le parece obscena?
¿Porque el silencio era el lugar de arribo?
¿Porque fue derrotado por las palabras?
¿O habría que preguntar más bien
por qué un poeta escribe, por qué en su soledad
decide asomarse al abismo de una hoja en blanco
-un desafío del que ninguno sale ileso-,
aunque, en el fondo, esto tampoco tenga explicación?
Carta
…………………No llores, Theo, lo hice por el bien
…………………de todos.
…………………Vincent Van Gogh
Hice lo inverosímil para vender tus cuadros,
pero tus cuadros no se venden. Y tú, ¿pintaste algo más,
querido hermano? ¿O estuviste alternando con aldeanas?
Me pregunto por tus principios evangélicos. Sé
que la cruel condición de los pobres te desvela (ahí están
para dar testimonio “Los comedores de patatas”). Sin embargo,
no deberían el dolor y la injusticia socavar tu fe.
Dime, ¿siempre sales a pintar al alba? ¿Siempre
recoges girasoles en el campo? ¿Qué hiciste
con el cuadro de girasoles en el que trabajabas? ¿Sigues, acaso,
rompiendo tus cuadros como antes? ¡Eres tan obsesivo,
tan exigente con tu obra! A veces pienso en Paul Gauguin;
acabarán hiriéndose. Pero, cuéntame, ¿qué pasó en tu cabeza
que no me escribiste esta semana? Me preocupan
tus nervios, las condiciones en que vives –el sucio
desorden de tu pieza, tu propio desaliño-.
¿Te hace falta dinero? ¡Si al menos pudiera vender
uno solo de tus autorretratos! Comprendo que es difícil,
pero debes armarte de paciencia: París
no parece inquietarse por el arte holandés.
Por favor, si algo te ocurre o tu salud empeora,
no dejes de avisarme. Y no hagas nada malo, te lo pido.
Piensa en el próximo estío, que está cerca; en los lirios,
que han empezado a florecer. Piensa en Zundert,
en la infancia, en mamá. Yo no dejo un momento
de pensar en ti. Con cariño,
.........................................Theo.
Ambos poemas pertenecen al libro La Salud de los Condenados
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El testigo de una bajeza nuestra es nuestro mayor acreedor.
Luis Franco
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domingo, 6 de mayo de 2007
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