domingo, 6 de mayo de 2007

La Asamblea

Hace mucho tiempo, en la penumbra de una carpintería, alguien presenció una rara asamblea. Quienes hablaban eran las herramientas y querían demostrar sus grandes diferencias.
El Martillo ejerció la presidencia pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. La causa era que hacía demasiado ruido y además se pasaba el tiempo golpeando.
El Martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el Tornillo, dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo.
Ante el ataque, el Tornillo también aceptó, pero a su vez pidió la expulsión de la Lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
Y la Lija estuvo de acuerdo a condición que fuera expulsado el Metro, que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un hermoso mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación.
Fue entonces cuando tomó la palabra el Serrucho y dijo:
-Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades, eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos.
La asamblea encontró entonces que el Martillo era fuerte, el Tornillo unía y daba fuerza, la Lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el Metro era preciso y exacto.
Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad, se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.
(…)
Cuando en un grupo de personas que conviven o trabajan juntas, se busca a menudo defectos en los demás, la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, al tratar con sinceridad de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos.

Fuente: Emisora radial FM Millenium, Buenos Aires

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El sentido de las cosas no está en las cosas mismas, sino en nuestra actitud hacia ellas.
Antoine de Saint-Exupéry

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