Sí, me lo dijo. Me gustan las manos. Manifestó interés por tocarme las manos. Mire, las mías. Las mantengo sanas y libres de corrupción. Las manos son fusiles, de carga, de abrazos, de caricias, de creación, de ética. Las manos son la acupuntura del alma al dar lo que son y tienen. ¡Las manos de hombre!, enfatizó. Se preguntará porqué dije manos como fusiles. Porque se necesitan fuertes, listas para la batalla que día a día nos espera, en la guerra constante con nuestro destino, contra los que roban inmisericordemente, entre otras cuestiones cotidianas. Manos liberadoras y liberadas, manos dulces que nos sostengan en nuestros primeros pasos y en el final de la vida ante lo líquido y efímero de los momentos. Veo con detenimiento y alegría mis manos: ¡cómo han cambiado! y siguen unidas a mi cuerpo. Las acaricio suavemente y en silencio agradezco por ellas, además de cuidarlas. Por eso al permitir que otras manos recorran mi cuerpo, las quiero fuertes y suaves a la vez, que no solo sean extensión del cuerpo ajeno, sino que estén vivas, que entreguen con pasión lo que desean acariciar, tomar, palpar, poseer. Manos esclarecedoras.
Contra todo pronóstico, así sucede
Cada hora devora los minutos y segundos, corriendo hacia su fin cada día, como los días corren hacia el mes, y los meses al año. Reunidos, se convierten en tiempo. Así es el amor.
Une los momentos como puntos donde la alegría transita, dejando un invierno cuando las parejas se alejan por la distancia de sus obligaciones.
Estas obligaciones, como relámpagos, deben cumplirse, y una vez más, los momentos se convierten en puntos del tiempo que la nostalgia instala hasta un nuevo encuentro. Días que no se ven ni se sienten, pues son rocío de recuerdos que estallan cada vez que se vuelven a tocar. Así también es el amor.
Textos tomados de la página web del autor, en Anecdotario de la cotidianeidad
Daniel Alarcón Osorio
Guatemala
Sr. Alarcón Osorio, es su aporte el tercer deleite de esta noche al otro lado del océano de esta entrega de la revista; entrada ya la madrugada, me digo como en otras ocasiones: "No leas más por hoy, vete a dormir con un dulce sabor en la boca".
ResponderEliminarQuizás porque es muy tarde y estoy cansado, se me ocurre la tontería que he de confesarle y espero no se moleste; partir de ahora, cada vez que oiga Guatemala, pensaré que debiera ser Guatebuena.
Mucho agradezco y aprecio tus conceptos, ¿Max...?
EliminarMi abrazo y mis mejores deseos